La importancia de un no a tiempo

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

Hay quienes deambulan por la vida y en ningún momento en su toma de decisiones dieron un no por respuesta.

Se les dificulta sobremanera ser tajantes.

¿Imagínense cuando llegan a ser jefes de una parte o de la organización en lo general?

Es tan común este fenómeno de no saber pronunciar un no a un interlocutor en el momento debido cuyo hecho se encuentra en un rango de importancia similar al de otorgar esperanzas falsas y no cerrar el círculo creando expectativas ambiguas.

Hay jefes que definen su estilo de ser en este simple hecho.

No saben decir no pues no quieren caer mal –en una rara percepción de lo que para ellos es liderazgo, es decir, se manejan en la cultura del siempre sumar–; cuidan su imagen y consideran que un no arrojará sobre ellos una maldición y posibles repercusiones de violencia física o sicológica, se acobardan pues, o simplemente desconocen de las estrategias adecuadas para mantener a todo mundo feliz a su alrededor empleando la negación como herramienta de uso común utilizable en la ocasión adecuada.

Es un arte y es un concepto que no enseñan en clases y mucho menos en las enseñanzas de alta dirección.

De hecho, las organizaciones poco se preocupan por diseminar enseñanzas de este tipo pues las dan como un hecho dentro de la veintena de estilos de liderazgos que existen, pero no es cierto pues quienes lo dominan lo hacen en cabeza ajena, aprendiendo de sus jefes o cercanos y equilatando los efectos que provocan en los demás que suelen ser ríspidos de primer momento, situación que no se quiere padecer.

El resultado es incómodo, pues.

¿Qué debe hacer el jefe cuando le toca dejar en claro que es un no?

Los hay quienes son tajantes y causan cierta molestia o resquebrajadura en la relación con sus subalternos, sus similares o sus amigos.

También existen aquellos que empiezan a explicar de la periferia al punto de tal manera que su interlocutor ya sabe que recibirá una negativa a su propuesta de manera inmediata.

Pero existen aquellos que exhiben los dos temas: explican a quién les pide una respuesta pronta sobre equis situación y el jefe le define lo que puede pasar en caso de un sí y en caso de un no, conllevando con ello efectos previsibles pues si el interlocutor es insistente en el sí, entonces como jefe debe dejar en claro que la respuesta es un no (si quiere cuidar la relación deja la puerta abierta y para apaciguar enojos dice que no de momento).

Es un no disfrazado pues ese tiempo nunca llega.

¿Buena o mala decisión?, el tiempo lo dirá y por lo general suele ser negativa toda vez que al dejar viva la esperanza le perjudica a su interlocutor quien tiene que posponer sus propias decisiones.

Lo más adecuado es decir el no, vislumbrar  y atenerse a las consecuencias que para eso se es el jefe.

El tal vez no existe en una relación.

O es un sí, o un no.

Si no se visualiza de esta manera la organización limitará su productividad y se provocarán reacciones difíciles de controlar.

De esto hay muchos ejemplos.

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet, cuenta con licenciatura en Administración de Empresas, maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública.

Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO. Consultoría Especializada en Organizaciones… Cuando la unión de esfuerzos no es suficiente.

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