La cuesta de enero
Director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte. Presidente de Grameen de la Frontera.
Estamos en la famosa cuesta de enero. Recién estamos redimensionando de nuevo los tiempos de trabajo, escuela y quehaceres personales. Y una realidad es revisar los gastos que tuvimos en los últimos meses.
En este sentido, es importante hacer una reflexión personal en torno a nuestra visión sobre el dinero, los bienes materiales y nuestras finanzas personales.
Existen dos aspectos relacionados con el patrimonio personal: la actitud hacia el ahorro y el gasto. Se ha estudiado y hablado mucho de la propensión al gasto y a la débil o nula tendencia al ahorro que padecemos los mexicanos. Y no me refiero al nivel de subsistencia, o inferior a ésta, en el que se encuentra un alto porcentaje de nuestros compatriotas; sino ¿cómo se puede hablar de acumular riqueza cuando más de 60 millones de mexicanos están en situaciones de extrema pobreza?, ¿qué hacer para ayudar a resolver las injusticias económicas de nuestro país, a niveles micro y macro? Urge trabajar en ese sentido.
Ahora bien, nadie puede ahorrar si no tiene nada que ahorrar. En nuestras comunidades, sólo a algunos niños se les fomenta la tendencia al ahorro. Las familias y las escuelas proporcionan alcancías para ahorrar monedas. También se abren cuentas en los bancos para que el ahorro produzca intereses; así, desde niños se aprende que el dinero genera dinero y, a partir de ahí, nace nuestra propensión al ahorro o al gasto.
De ahí que existen países, culturas y sistemas económicos que propician el ahorro al máximo y que desarrollan mecanismos, cada vez más perfectos y eficientes, para manejar esos ahorros en bien del desarrollo económico nacional. Los mercados de dinero y capitales de la actual economía mundial podrán ser admirados o criticados, pero no hay duda de que, sin ellos, muchos países no hubieran llegado al desarrollo actual.
Frecuentemente la postura extrema referente a la acumulación de riquezas sin medida es motivada no por una virtud, sino por el vicio opuesto. Si ahorrar es bueno, acumular grandes riquezas, sólo por el placer de poseerlas, es codicia. Por eso, existen codiciosos inmorales que por el afán de tener más dinero, caen en excesos referentes al origen de esas riquezas: trata de personas, narcotráfico, secuestros, extorsiones, robo de autos, etc. Toman de donde no deben o lo que no deben; en el caso de los gobernantes, la injustificada riqueza producto de la actividad pública se logra a través de fraudes, mordidas, porcentajes de proveedores, negocios propios que proveen a sus gobiernos y “regalos” para dejar ser y hacer a determinado grupo de poderosos.
También está el caso opuesto: aquellos que no resisten poseer riquezas sin gastarlas. De ahí que el típico mexicano desea tener o ganar mucho sin esforzarse mucho. La sociedad actual está configurada también para inducir al gasto.
Es propio de la naturaleza humana generar, gastar, acumular, ahorrar, administrar, invertir y derrochar o perder riquezas. Algunos desarrollan una clara y fuerte inclinación al ahorro y acumulación de riquezas, y otros con una fuerte propensión al gasto. Nuestro uso o abuso de las riquezas o bienes, generará en nosotros cualidades, virtudes o vicios. Todo depende de cada quien. En el devenir de 2020, ¿ahorrará o derrochará?, ¿buscará ingresos adicionales o seguirá en las mismas?
Director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.
Presidente de Grameen de la Frontera.
@rafaelroblesf