Hijos… sus padres alguna vez también fueron hijos
El autor es comunicólogo y creador de contenido independiente.
(PRIMERA DE 2 PARTES)
Es muy común que cuando se tocan temas relacionados al desarrollo integral de la familia, gran porcentaje de los temas y puntos centrales están dirigidos a los padres de familia, y aunque esto es lógico, ya que en teoría son ellos los que dan dirección y guía, este no es el cuadro completo, pues en la dinámica familiar todos somos partícipes, incluidos los hijos.
Desde que empecé a entender más o menos cómo era la vida por allá de mis 17 o 18 años, me di cuenta de que inevitablemente todo acto tiene consecuencias y que en algún momento uno tiene que ser responsable de sí mismo, y aunque el deseo de tener hijos siempre ha estado en mí, mientras más he crecido y madurado, más he entendido la responsabilidad tan grande que es tenerlos.
Y no me refiero simplemente a lo económico, pues se sabe de antemano que esto es esencial y que se tiene que trabajar para mantener la familia, me refiero más a aquello que no puede tocarse, a lo profundo, como los valores, principios y la integridad, ¿cómo se asegura uno de que tu hijo o hija afirme eso en su corazón?
Lo que quiero decir con esto, y me dirijo especialmente a aquellos que son hijos, es que hay cosas en la vida de las cuales una persona nunca llega a graduarse.
Si eres afortunado, algún día terminarás la preparatoria o recibirás un título profesional, sin embargo, hay algo en lo que jamás te graduarás: la paternidad.
Pensándolo bien, nunca terminaremos de aprender cómo ser padres, pues cuando ya aprendiste a lidiar con un bebé de brazos, ahora comienza a caminar, cuando ya le tomaste el ritmo, ya aprendió a correr, luego llega la adolescencia y el mundo se te pone de cabeza, y así va pasando el tiempo… nunca lo habremos aprendido todo.
Estoy seguro que la intención de tus padres nunca ha sido hacerte la vida imposible, al contrario, pero así como tú luchas cada día contigo mismo, con la escuela, los amigos o simplemente con la vida, ellos también tienen su propia batalla a diario.
Muchas veces han tenido que resolver problemas con respecto a su paternidad no de la forma que hubieran querido, sino con lo único que tuvieron a la mano en ese momento.
Nadie es perfecto, y sin duda todos cometemos errores, todos tenemos actitudes que cambiar, todos podemos mejorar en nuestra persona, y sí, nuestros padres pueden tener miles y miles de defectos, pero, ¿quién no los tiene?
Y sabes, aunque nos cueste creerlo, nuestros padres alguna vez en la vida también fueron jóvenes, y lo más importante, también fueron hijos, ¿te has preguntado alguna vez cómo fue su infancia?, ¿si durante su niñez sufrieron heridas que los marcaron de por vida?, y más importante aun… ¿algún día pudieron sanarlas?
Pienso que mientras más entendimiento tengamos los unos de los otros dentro del seno familiar, mientras más conozcamos las heridas de aquellos con los que compartimos nuestro hogar, estaremos un paso más cerca de la armonía y de sanarnos mutuamente, pues la carencia de empatía y compasión siempre serán impulsores del juicio apresurado y del resentimiento.
Te invito a leer la segunda parte de este mensaje la próxima semana, donde hablaremos aun más de cómo entender más a nuestros padres y mejorar nuestra relación familiar.
El autor es comunicólogo y creador de contenido independiente.
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