En horas de pandemia
El autor es maestro en Educación, director de Estrategia Sonora y presidente de la Fundación Antonio Sánchez Ibarra.
Yo sí estoy de acuerdo con las multas para reducir la movilidad en Hermosillo.
Creo que es una medida necesaria para llamar al orden.
Podríamos decir que es como traer parte de EU a Hermosillo:
Y digo parte, porque aun así las multas de aquí ni siquiera se parecen a las de allá. Lo curioso es que allá sí tenemos miedo de cometer una infracción y aquí no.
¿Ha visto en EU a personas manejando con infantes en los brazos, transportando artículos sin el mínimo de seguridad, llamando o contestando mensajes por teléfono al conducir, impidiendo el paso a los vehículos de emergencia, o ha visto personas “volando” por la calle cuando van tarde a dejar a los niños?
Creo que usted ha sido testigo en Hermosillo de todos los supuestos mencionados.
El temor a una infracción allá es inhibidor de conductas.
Y ahora resulta que aquí es una acción recaudatoria.
Es un argumento por demás soso.
No es recaudatoria si nadie comete los ilícitos.
Decir que lo es, es una aceptación implícita de una conducta obsesiva de los mexicanos por violar la Ley.
Si usted piensa que es recaudatoria, entonces, ¿qué le parece si hacemos lo contrario a esa premisa?
Portémonos bien y obedezcamos la ley por al menos los dos años próximos… para que sufran las autoridades.
Se dice que aumentarán las ‘mordidas’; pero es exactamente lo mismo.
Dejemos de cometer infracciones para que sufran los desgraciados.
¿Qué le parece?
¿Por qué mejor no hacemos conciencia de todo esto?
Si hacemos las cosas correctamente y asimilamos estos asuntos con madurez ciudadana, tendremos como sociedad más facultad y capacidad para exigir a las autoridades que cumplan con sus responsabilidades.
Y ese es el otro lado…
La educación cívica.
Debemos enfocar nuestras baterías como sociedad hacia a la exigencia del cumplimiento irrestricto de la Ley —estado de Derecho—; sin incluir los tintes políticos.
El ciudadano tendrá siempre la última palabra, pero sólo el que está unido.
Recordemos que la simbiosis de un Estado falla cuando el ciudadano se opone.
La cuestión será siempre crear una sociedad civil unificada con el objetivo único del bienestar común y el mejoramiento en la calidad de vida de todos y cada uno de los que la componemos.
Pero no avanzaremos mucho si no le damos interés y la importancia debida a lo que pasa a nuestro alrededor, al vecino, a la comunidad, etcétera.
Esa es la cuestión y el gran reto del equilibrio en una sociedad.
El autor es maestro en Educación, director de Estrategia Sonora y presidente de la Fundación Antonio Sánchez Ibarra.
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