El tío Alejandro

El autor es Director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

La contingencia propiciada por el coronavirus ha generado diversas reacciones y reflexiones relativas al tema de la importancia de la salud en nuestras vidas.

Al mismo tiempo esta nueva realidad ha propiciado análisis sobre el sentido de la vida, el redimensionamiento de nuestras prioridades, metas y valoración de lo que realmente vale la pena en nuestras existencias.

Una de las dimensiones fortalecidas en estos tiempos de pandemia ha sido valorar la influencia en nuestras personas de liderazgos familiares como padres, abuelos, tíos, hermanos, primos, hijos, sobrinos, entre otros lazos sanguíneos.

Uno de esos liderazgos en mi vida ha sido mi tío Alejandro.

Un ser humano que la semana pasada celebró 70 años de existencia.

Para la familia y amistades él ha sido paradigma de esfuerzo, sacrificio, cultura de trabajo, empatía, escucha, cercanía, afecto, alegría, entusiasmo, disciplina, honradez, eficiencia, solidaridad y echado para adelante ante cualquier reto y adversidad.

Nuestra extensa familia Flores, ganaderos y agricultores, tiene sus orígenes en la sierra oscura del estado de Chihuahua, así como Yécora y Rosario Tesopaco, entre otros de Sonora.

Y desde ese entorno hace más de 50 años, el espíritu inquieto y emprendedor de mi tío Alejandro lo lleva a generar su base de operaciones desde Hermosillo, dedicándose al comercio del sector textil para consolidar su empresa, misma que le dio oportunidades a diversos miembros de la familia para crecer de manera integral.

Mi tío Alejandro dedicó muchos años de su crecimiento empresarial a tocar puertas, casas, plazas y puntos de venta de la mayoría de municipios de Sonora en su camioneta con camper donde colocaba piezas de ropa para diversos usos con su creciente cartera de clientes.

Su impacto era similar a los comerciantes que a través de un micrófono y una festividad religiosa entusiasmaban a un mercado para adquirir cobijas y chamarras:

“Y una y otra y otra…”.

No había población donde mi tío tuviera un familiar o amistad que le diera pretexto para llegar a tomarse un café, echarse unas tortillas, tomar la siesta o pasar la noche en un catre o en la cajuela y otro día emprender su larga faena para ir aliviando la mercancía de su pick up.

Con los años sus procesos de comercialización se ampliaron a la producción y logística de nuevos productos y servicios.

Recibir a mi tío Alejandro en casa en Navojoa implicaba largas horas de charlas, anécdotas y risas para todos.

Su visita siempre me dejaba el buen sabor de boca, de que con esfuerzo, perseverancia y el diente pelón se podía salir avante en la vida.

Ante cualquier contingencia, mi tío era solidario a través de una carta, telegrama, llamada, de forma económica o de manera presencial.

Y hoy continúa estando presente a través de diversas instancias, incluidas las redes sociales. Este año llegué a las cinco décadas de vida, recibí grandes muestras de cariño de familiares y amigos.

En el festejo, llegó con una bolsa de plástico de la cual sacó una playera polo con la imagen bordada de mi madre (QEPD).

Me comentó:

“Tu mamá y nosotros felices por tu cumpleaños”.

Un hombre con el tino y el tacto para cada momento, ese es mi tío.

Bendecidos estamos de tenerlo en estos tiempos de retos.

¡Felicidades tío Alejandro!

El autor es Director de Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

Presidente de Grameen de la Frontera.

@rafaelroblesf