El amor en tiempos de WhatsApp

Karla Gámez Ávila escribe: ¡Hola, buenas tardes! ¿Cómo está, no la interrumpo? Surge la respuesta ¡Hola, qué tal, gusto en saber de ti! Después un silencio prolongado; 20 minutos después el emisor retoma la conversación: ¿Cómo ha estado? Me he acordado mucho de usted, el mensaje de vuelta: ¿En serio? espero que bien.

Y esta historia que podría culminar en romance o en nada, nace y se desarrolla en WhatsApp, el servicio de mensajería que ha rebasado los mil 500 millones de usuarios en el mundo.

Vaya tino que tuvo Mark Zuckerberg al adquirir este servicio, que cuando lo compró en 2014 contaba con 450 millones de usuarios; hoy en día es el sistema de comunicación más usado.

Por WhatsApp hacemos negocios, fijamos citas de trabajo, enviamos y recibimos documentos, pero va mucho más allá.

Por WhatsApp mantenemos comunicación con la familia, amigos, colegas y… hasta nos enamoramos y desenamoramos jajaja.

Lo anterior me hace pensar: A qué grado hemos llegado a depender de un servicio de mensajería y que vamos, poco a poco, dejando de lado o sustituyendo la comunicación persona a persona, cada vez nos vamos alejando unos a otros; se nos ha hecho fácil interactuar a través de WhatsApp, la plataforma más utilizada, aunque existen otras como Telegram, Signal y demás.

Cada día se nos facilita más interactuar con otras personas a través de esta red social, es sencillo, práctico, pero ¡impersonal! Ahora, si se te da la escritura, la redacción y la buena ortografía, es muy probable que tengas éxito en tus mensajes, en las señales que quieres enviar, ¿pero si es lo contrario? Lo más probable es que no obtengas el resultado deseado.

Los mensajes que envíes por medio de WhatsApp a tu pareja, a tus padres, a tu jefe, a tus amigos, colaboradores, etcétera, podrán ser interpretados de diversas formas y lo más probable es que no esté en tus manos el cómo lo reciban, incluyéndote a ti, porque influyen otros factores que no podrás controlar, te lo explico:

probablemente hoy tuviste un pésimo día, andas de muy mal humor, sensible, poco receptivo, en ese momento te llega un mensaje de una amistad muy querida y te escribe un ¡Hey, desaparecida, ya ni te reportas! Es muy probable que como tu nivel de tolerancia es bajo, tu reacción sea de sentimiento o agresividad y le respondas de mala gana, y de ahí se desate una discusión sin sentido que pueda terminar en conflicto.

Qué distinto sería si hubieran hablado en persona o ya de perdida haberse tomado la molestia de marcar por teléfono.

A lo que voy, es que, aunque WhatsApp es una excelente herramienta y nos facilita muchísimo la comunicación, nunca va a sustituir la comunicación persona a persona, nunca va a sustituir escuchar una voz, nunca va a sustituir las emociones, por más emoticones que usemos; sí, estoy a favor de estos fabulosos servicios pero sigo prefi - riendo recibir una llamada, comunicarme persona a persona.

En mi próxima colaboración hablaré de los mensajes y cómo los interpretamos, incluyendo los emoticones y stickers, digamos que hoy en día hay un nuevo vocabulario implícito dentro de WhatsApp que debemos entender.

KARLA GÁMEZ ÁVILA.

La autora es periodista, con 22 años de experiencia, amiga, hija, compañera y mamá de dos niñas. Twitter: @karlagamezavila