Desconfinamiento sin perspectiva de género
La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.
Los últimos días hemos estado atentos a lo que será la estrategia para el regreso a actividades económicas esenciales, que representa una reactivación de la economía, pero no el fin de la pandemia.
Y es muy importante aclarar este punto porque estaremos frente al reto de una nueva normalidad, donde algunas actividades regresan, otras estarán en pausa y otras definitivamente jamás volverán a ser como las conocíamos.
Paralelo a esto, se encuentra el proceso educativo, y en ese sentido el Secretario de Educación Federal y los Secretarios de Educación de los diferentes estados, han diseñado estrategias para la protección de la infancia y juventud, moviendo el calendario escolar y diseñando distintos protocolos.
Pero la realidad es que hoy nos encontramos frente a un cierre de ciclo escolar diferente, donde los niños y jóvenes tienen ya varios días encerrados en casa.
Al cierre del ciclo escolar seguirá el receso vacacional y un muy probable regreso tardío a clases.
Proteger a las nuevas generaciones es clave, sin embargo, no se han considerado todos los ángulos para tomar esta decisión.
¿Qué pasará con los hijos(as) de las madres trabajadoras que deben regresar ya a labores?
Si bien, el verano siempre ha representado un reto para las madres trabajadoras, sumarle el confinamiento sin duda las termina orillando al precipicio.
Las madres trabajadoras deben regresar a su actividad económica y decidir entre 2 opciones: arriesgar a sus hijos dejándolos solos en casa o aventurarse a circular con ellos con la posibilidad de contagiarse de Covid-19.
La primera opción con el riesgo de que ocurra un accidente en casa o peor aún que alguien irrumpa en la vivienda poniéndolos en situación grave de peligro.
La segunda opción es buscar quien los reciba para su cuidado (abuelos, vecinos), contribuyendo con esto a que el virus viaje de un lugar a otro.
Según el Inegi, 28.5% de los hogares están liderados por una jefa de familia.
En las familias monoparentales, se presenta un mayor riesgo de pobreza, dificultades económicas y conflicto de desarrollo de los menores. La mayor parte de estas familias monoparentales son dirigidas por una mujer.
La cifra es alarmante, pues significa que 3 de cada 10 familias tienen a una mujer como responsable de ser proveedor económico además de hacerse cargo del cuidado de los hijos.
¿Qué pasará con todos estos niños y niñas que deberán continuar en confinamiento?
¿Cómo nos aseguramos de su protección?
La estrategia de desconfinamiento no está diseñada con perspectiva de género.
Y esto no sólo representa un riesgo para los menores que deberán quedarse solos en casa, sino que afecta la salud mental de las mujeres trabajadoras incrementando los niveles de ansiedad y estrés.
Nuevamente la pandemia evidencia un tema que no es nuevo, pero que con la presencia del Covid-19 se pone nuevamente en el reflector.
Necesitamos políticas públicas con perspectiva de género que den solución permanente a las necesidades de las madres trabajadoras, contribuyendo con esto al sano desarrollo de las nuevas generaciones.
La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.
@PaulaTakashima