Deja de lucir bien
La autora es entrepreneur y networker.
¿Te ha pasado que sin darte cuenta dejaste de ser tú para ser quien los demás querían que fueras?
Yo era así. Recuerdo que quería caerle bien a todo ser vivo, nunca decía que no a ningún favor o plan y siempre tenía buenas palabras para cualquiera, aunque no fuesen ciertas. Por miedo al rechazo, acabé dependiendo de la aprobación de los demás para hacer mi vida. Pero ser empático no significa renunciar a la verdad, a lo que uno mismo quiere y piensa. Porque, además de agotarte y estresarte, intentar complacer a todo el mundo 24 horas es una actitud que simplemente no funciona.
Hasta que un día dejé de pensar en los demás, empecé a cultivar más mi amor propio y a hacerme feliz a mí y ahí todo empezó a cambiar, ya no me interesa complacer ni a mis padres, familia amigos solamente a mis metas personales.
Obviamente hay gente que esta actitud no le parece y hasta te juzgan porque efectivamente has cambiado y siempre tu cambio va a poner incómodos a los demás, algo que he aprendido es que al ser tú y al no querer quedar bien con nadie te vuelves más confiable y mucho menos manipulable y aunque tus amistades se reducen, se convierten en más calidad ya que la gente no quiere abrirse con alguien que esconde sus propios sentimientos.
Observé que mucha gente a mi alrededor vivimos así, con el miedo al qué dirán, miedo a equivocarnos y precisamente por ese miedo es que no somos felices y no avanzamos, porque tenemos terror a decepcionar a alguien.
Pero debemos aceptar algo: SOMOS SERES IMPERFECTOS
El mundo no se viene abajo por decir que no de vez en cuando. Si mandas a la basura la necesidad de una imagen impecable, verás que no caes en un pozo de desaprobación. Al fin y al cabo, ya se sabe que no es fácil tenerlos a todos contentos. Cuando yo empecé a relajar mi actitud, se alejaron de mí algunas personas que no me hacían ningún bien, pero el resto (la mayoría) simplemente empezó a respetarme un poco más.
Noté que algunas amistades se volvían más cercanas, empecé a disfrutar de verdad de la vida social, sin complejos. Hacer lo que se me antoja hacer con quien exclusivamente quiero relacionarme, y me di cuenta que los que te quieren bien no quieren tu "quedabienismo": quieren tu yo auténtico, tu verdadero ser. Cuando dejes de buscar la aprobación de los demás, te darás cuenta de que en realidad no la necesitas.