De paseo por la música
El autor es Jefe de de Información de periódico Expreso.
El primer día que mi hermano mayor me llevó a clases de música, porque desde su punto de vista después de hacer tarea no tenía otra cosa de provecho personal para hacer en la casa, no imaginé que sería uno de los paseos más largos que he hecho durante mis 41 años de existencia en este maravilloso planeta Tierra.
Tenía nueve años de edad, cursaba el cuarto año de primaria cuando por primera vez asistí con el Maestro Alejandro Ávalos Flores, entrañable ser humano fallecido hace un mes y quien en ese entonces Director de la Banda de Música de Agua Prieta, quien a la postre se convertiría también en mi amigo y consejero, no solo de mí sino de varios compañeros y buenos amigos de la infancia que en esa época coincidimos en su aula.
Mi primera lección no solo fue conocer el nombre de cada nota (Do, Re, Mi, Fa, Sol, La Si), simbología, solfeo, etc., sino comprender cómo “la música es el arte del bien combinar los sonidos en el tiempo”, en cómo los tonos ordenados en melodías y armonías son el eje principal para que cada pieza musical sea ejecutada a la perfección como logran hacerlo los mejores músicos en el mundo.
Aprender música es lo mismo a aprender a leer y escribir, primero hay que saber las vocales, el abecedario completo, luego empezamos a formar sílabas, a escribir sus formas, acentuarlas, saber usar comas, puntos, signos de interrogación, exclamación; incluso música, lectura y escritura van de la mano a todos lados, juntas las apreciamos en cada una de nuestras canciones favoritas.
Mi paseo por la música duró 10 años. El primer instrumento musical que tuve en mis manos fue una vieja trompeta golpeada, sin brillo y con un estuche descarapelado, lo cual no fue impedimento para aprender a tocarla, conocer cómo la combinación en el uso de sus émbolos y la correcta colocación de la boquilla con los labios te da toda la gama de sonidos desde el más grave hasta el más agudo.
Aprender a tocar un instrumento requiere constancia, disciplina, entrega, requiere hacerlo parte de ti, sobre todo requiere de muchas horas de práctica como sucede con la escritura, con el deporte, con la vida misma cuando buscas tener éxito en alguna empresa personal, nueva encomienda laboral o familiar.
Luego de esos años de paseo por la música, han sido pocas las ocasiones en las que mis amigos de la infancia y yo nos hemos reunido para volver a tocar, sin embargo lo que bien le aprendimos al Maestro Ávalos, a quien con el tiempo, la confianza y cariño que siempre le tuvimos le decíamos Señor Miyagi por su parecido con el personaje, nunca lo hemos olvidado y es seguir disfrutando de la buena música.