Dar vida después de la vida (2 /2)
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
Martha, una mujer de sonrisa amplia, que aún cuando su cubrebocas no deja ver sus labios, por el brillo de sus ojos uno intuye que sonríe cuando habla acerca de su proceso para recibir un riñón, que esperó ansiosamente por más de 8 años.
A los 32 años de edad, le realizaron su primera diálisis. Con el paso de los años comenzó con hemodiálisis, ya que sus riñones no funcionaban correctamente.
La hemodiálisis es un procedimiento por el cual la sangre de un paciente es pasada por un filtro que elimina las sustancias que se acumulan por la falta de la función de los riñones, ya limpia, se regresa a su cuerpo.
Para Martha el hospital era más que su segunda casa. Acudía regularmente a realizarse estudios, hemodiálisis, o para informarse acerca de nuevos tratamientos. Sus días y su vida estaban repletos de medicinas, doctores, enfermeras y unas ganas enormes de poder avanzar en la lista de espera para recibir un riñón, pero le planteaban que el panorama no era alentador.
La demanda es grande, listas interminables de espera de órganos y tejidos y poca oferta de los mismos, los cuales pueden hacer la diferencia para quien los recibe de vivir unos días a recibirlos y vivir incluso décadas.
Martha nunca perdió la esperanza, su calidad de vida no era la mejor, ya que no podía realizar muchas actividades y su opción de trabajo fue dedicarse al comercio informal, siempre vendiendo productos de temporada, estratégicamente cerca del hospital donde se atendía.
Al paso del tiempo, el insomnio se hizo constante debido a las mortificaciones por la enfermedad, a cada momento pensaba en quién cuidaría a sus padres si no llegaba a realizarse el tan esperado trasplante.
Intentaba mantenerse fuerte y se alimentaba de la mejor manera posible, realizaba ejercicio todas las mañanas, por si llegaban a llamarla del Registro Nacional de Trasplantes estar en óptimas condiciones de salud. Fue justo cuando no esperaba recibir el regalo de la vida, que la llamada llegó y le avisaron que tenía que presentarse en tres horas en el hospital ya que era candidata para trasplante de riñón.
La operación fue un éxito y ella hoy puede dar testimonio de cómo pudo salvar su vida gracias a un donador de órganos, del cual solo supo que era un joven que había avisado a sus padres su decisión antes de partir, decisión que hoy en día le da vida a Martha y da esperanza de que más personas se sumen a esta causa.
En México, por cada millón de habitantes hay solo 4.6 donantes; apenas una tercera parte de lo que se dona en otros países de América Latina, donde la donación de órganos llega hasta 17 donantes por cada millón de habitantes.
A nivel mundial, más de 20 personas mueren al día esperando un trasplante.
Por ti, por mí, por nuestras familias y seres queridos, platiquemos de este tema en casa.
Es hora de avanzar.