Agua en la Luna
El autor es Mecatrónico, divulgador de ciencia y tecnología en plataformas digitales.
El ser humano se caracteriza por tener sed de conocimiento.
Es como si esa curiosidad que nos hace sentirnos tan únicos y diferentes estuviera escrita en nuestro ADN.
Es así que desde tiempos antiguos, el hombre ha observado las estrellas y el universo entero, pensando en los misterios que parecían irreales.
La verdad es que en el último siglo la Astronomía nos ha regalado información digna de ciencia ficción, increíble.
En los 60, para ser más exacto el 20 de julio de 1969, cuando el hombre pisó el satélite natural de la Tierra por primera vez, dimos paso a convertirnos en viajeros espaciales.
Aunque tuvimos varias expediciones después de eso, nunca encontramos algo concreto que nos hiciera creer que existiera agua en la superficie iluminada de la Luna, al menos no hasta hace algunos días.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, la NASA para los amigos, confirmó la existencia de agua en la superficie iluminada del satélite de la Tierra.
Aún no se sabe si se podría utilizar como recurso, pero se cree que es clave en los futuros planes de exploración espacial.
El hallazgo se realizó con el trabajo del observatorio Sofia o Sophia, un telescopio infrarrojo aerotransportado.
Sofia es un observatorio que se utiliza sobre un avión Boeing 747SP especializado, ¿por qué se hace esto?
Bueno, los laboratorios que se encuentran en tierra no son capaces de mitigar de una manera tan eficaz los efectos de la atmósfera al momento de realizar observaciones espaciales, por lo menos en este caso concreto.
Sofia, por otro lado, logra una cancelación de estos efectos gracias a que vuela un 99% por encima de la atmósfera.
Fue gracias a esto que el equipo dirigido por Casey Honniball, del centro de vuelo espacial Goddard de la NASA en Maryland, detectó agua molecular atrapada en una especie de cristales o granos vidriosos.
Esto podría favorecer el pensamiento de una futura colonización, una estación espacial que realmente sirva como “parada” para llegar a marte, o incluso a otros planetas del sistema solar.
¿Cómo funciona Sophia?
A grandes rasgos, y sin entrar en muchos detalles técnicos, el telescopio hace rebotar la luz infrarroja en la superficie de la Luna, así los científicos pueden observar y decodificar la luz que se refleja.
En este caso, los investigadores lograron detectar el color exacto característico de las moléculas de agua.
Pero, ¿tiene realmente algún beneficio o avance esto?
La respuesta corta es “sí”.
Algunos de los recursos que se podrían obtener de la Luna serían la creación de combustibles e insumos que, al final de cuentas, tendría mejores costos de producción desde el satélite comparado a llevarlos desde la Tierra.
Se cree que existen cerca de 40 mil kilómetros cuadrados de sombras permanentes en la cara iluminada de la Luna formada por diferentes cráteres; éstos actuarían como “trampas frías” que generarían trozos de hielo no más grandes que una moneda de 5 pesos.
Pensemos en esto como un paso más para adentrarnos en la exploración espacial.
Quizá, en algunos años, viajar a la Luna o a Marte sea como ir de vacaciones a Dubái, increíble, soñado, costoso pero posible.
Todo esto si Estados Unidos deja algo de ella con los acuerdos Artemisa, donde pretende minar y explotar los recursos del satélite con fines comerciales; algo de lo que les platicaré después.
El autor es Mecatrónico, divulgador de ciencia y tecnología en plataformas digitales.
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