Accesibilidad para la discapacidad
El autor es Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.
Uno de los elementos urbanos más relevantes para la planificación de cualquier ciudad es la permeabilidad, que significa el grado que la ciudad puede ofrecer a las personas para acceder y desplazarse a través de ella, lo cual implica una estructura vial ordenada y funcional, el mantener un equilibrio entre los vehículos y peatones, sin segregar a éstos últimos.
Es verdad que la mayoría de nuestras ciudades se han desarrollado con un sistema vial inadecuado, resultado de gobiernos con visión de corto plazo o sujeto exclusivamente a intereses políticos y privados, ello aunado a la falta de una política pública transversal y sustentable. Es triste circular por cualquier vialidad y ver que discapacitados tienen que sortear su suerte al transitar por los arroyos de calles y avenidas al no poder hacerlo por las banquetas que no cuentan con elementos físicos ni normativos que les permitan desplazarse con seguridad. Incluso, la señalización para peatones también es deficiente, no en todos los trabajos de obra pública y privada consideran la pintura necesaria para el cruce peatonal que brinde una seguridad subjetiva y permita la aplicación de las leyes y reglamentos de tránsito.
Bajando de escala estos conceptos, tenemos hoy en día muchos edificios públicos y privados que incumplen con la Ley General, Acuerdo Federal, Norma Oficial Mexicana y normatividades locales para la accesibilidad, lo que se traduce en una vulnerabilidad física referida al propio establecimiento que genera en consecuencia, una alta vulnerabilidad humana para quienes lo utilizan y consecuentemente dejan a su suerte a las personas con discapacidad.
Estas vulnerabilidades no son el único problema, tenemos en las causas que subyacen otros más graves que son la indiferencia institucional y social para el cumplimiento de la norma, el desgano al valor intangible de la vida humana que siempre, en la mayoría de los casos termina en tragedia, "la más grande tragedia es la indiferencia" reza un lema de la Cruz Roja.
Creo que la indiferencia se combate bajo dos aspectos, el premio y el castigo. Del primero tenemos que un inmueble accesible es un inmueble sustentable, por lo que tiene mayor plusvalía y, del segundo, las potenciales sanciones que una autoridad administrativa o incluso judicial, impondría al sujeto obligado por el incumplimiento de las normas aplicables, es decir, si no lo haces por convicción, hazlo por interés.
Las asociaciones de profesionales enfocadas a las áreas del diseño, construcción, seguridad y gestión del riesgo, aquellas donde se posee el conocimiento técnico del tema, deben promover entre sus agremiados, la actualización mínima necesaria para que tanto la infraestructura como los inmuebles, cumplan la normatividad vigente, ya que estar generalmente sólo sujetas al presupuesto autorizado de inversión resultan inoperantes, inseguras y socialmente insensibles.
La accesibilidad es un programa gubernamental del 2000, a 20 años, ojalá y pronto se encuentre el mecanismo adecuado para conciliar los diversos intereses público, privado y social sin perder de vista el fundamento técnico de las posibles soluciones. En resumen, es una obligación construir ciudad para todos.
El autor es Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.