365 días sin abrazos

La autora es licenciada en Diseño Gráfico.

“Se dice que cada vez que abrazamos a alguien con gusto, ganamos un día de vida.”

Paulo Coelho

Un año difícil, ¿verdad? ¿Te has cuestionado cómo es posible que sigamos en resguardo por algo que ni siquiera muchos conocemos? Ayer me preguntaron: ¿qué es lo que extrañas más en este año de pandemia? Mi mente empezó a hacer una lista imaginaria de tantas cosas posibles.

Podrás pensar que son materiales, o bien una salida a una playa, fiesta, etc., pero lo primero en mi lista fue un abrazo de cada uno de los miembros de mi familia que no puedo ver y de los que están a la distancia.

Un abrazo de esos que reconfortan y te confirman que todo estará bien. Sé que, como yo, tú sientes y necesitas lo mismo. Esto es para ti que me lees, para recordarte lo bien que se siente un abrazo.

Tenemos la mala costumbre de ignorar la importancia de los pequeños detalles y el valor que conlleva dedicar tiempo a nuestros seres queridos… Abrazar es una maravillosa formar de dar amor

a los que nos rodean, es acariciar el alma de quien tenemos cerca. Todos funcionaríamos mejor si abrazáramos o nos dejáramos abrazar más a menudo; es un acto cotidiano del cual desconocemos la plenitud que nos proporciona.

Hay personas que no abrazan. La razón principal por la que no lo hacen suele ser por vergüenza y por tener miedo a qué pensarán quienes están a su alrededor. Dar un abrazo es algo muy íntimo para algunos y un común acuerdo para otros.

El hecho de que una parte quiera, pero la otra no, deja una experiencia agridulce y puede que estos momentos incómodos nos hayan hecho elegir  por la prudencia cuando dudamos si dar un abrazo o no.  A veces la cultura nos impide darlos.

Puede que un abrazo no tenga la solución al problema que nos ocurre, que ni lo aleje o haga desaparecer lo que nos rodea, pero su magia recompone nuestras heridas, alivia nuestro sufrimiento y nos transmite que más allá de lo ocurrido, hay alguien que nos quiere y se preocupa por nosotros.

Hay abrazos que se palpan, pero la nueva modalidad son los abrazos del alma. Me ha tocado mandar muchos abrazos este año y logro sentirlos porque es necesario.  De hecho existe un movimiento donde se regalan abrazos. ¡Qué falta nos hace hoy!

365 días han pasado, ¡uff! Muchos meses sin tocar a nadie. Fue una de las primeras advertencias que nos dieron antes de que el distanciamiento social, los cubrebocas y las órdenes de permanecer

en casa se volvieran parte de la nueva normalidad.

Y sé que con el tiempo estas restricciones nos han ocasionado ansiedad y depresión, nos hemos percatado de todo lo bueno y lo malo, nos hemos vuelto reflexivos. Nos dimos cuenta de cómo nos hemos privado de abrazarnos a nosotros mismos.

Sé que te estas preguntado: ¿cómo puedo abrazarme a mí mismo?. Hoy te invito a darte un abrazo con el alma, abrázate fuerte. Demuéstrate cuánto afecto te tienes. Es en esos momentos cuando

todo se transforma, cuando ya nada importa. No hay nadie a tu alrededor.

Ya no hace frío ni calor… Tú solo sientes tus brazos agarrándote fuerte, sujetándote para que no te caigas, transmitiéndote energía para que continúes tu lucha diaria. No hay nada más importante que un abrazo que se da con todos los sentidos, tus sentidos, en los que premia el silencio para poder escuchar el suave latido de tu propio corazón.

Abrázate con gusto. Haz que ese abrazo te diga: te he echado de menos, me alegra mucho verte, ¡hemos ganado!, ¡estoy orgulloso de ti!, quédate conmigo, me alegro por las noticias, ¡felicidades!, me encanta tu compañía, no te preocupes que todo va a salir bien, aquí estoy para lo que necesites, te quiero y te amo.

Te mando 365 abrazos.

La autora es licenciada en Diseño Gráfico, Diseñador Gráfico en el área editorial en Periódico Expreso.