Un error afortunado
1) Para saber
¿Por qué no se acaba ya el mal? El mundo está marcado por el pecado, dice el Papa Francisco, poblado por tanta gente que sufre, por personas que no se reconcilian y no perdonan, por guerras y por formas de explotación; por ejemplo, la trata de niños. ¿Acaso Dios no podría acabar con ese mal? A esa pregunta, el Papa Francisco nos recuerda la parábola de Jesús: el Reino de Dios se asemeja a un campo donde el trigo bueno y la cizaña crecen juntos: el peor error sería extirpar inmediatamente las malas hierbas, pues se eliminaría también mucha hierba buena. Además, tampoco se le daría tiempo al pecador de convertirse. Dios no es como nosotros, Dios sí tiene paciencia y espera nuestra conversión. Dios quiere que todos se salven. El Reino de Dios se instaurará en el mundo, pero no con violencia, sino con mansedumbre (cf. Mt 13, 24-30).
2) Para pensar
Dios sabe más y tiene sus tiempos, valiéndose incluso de nuestros errores, como le sucedió al padre Gregorio.
En un hospital de Los Ángeles, en Estados Unidos, cerca de la medianoche del 31 de diciembre del año 2017, solicitaron al padre Gregorio Hidalgo, conocido como el padre Goyo, que atendiera a una enferma. La persona encargada de la oficina le escribió el nombre de la persona, y la habitación 252. Además le dijo que no era una emergencia, pero quería comulgar el último día del año.
El P. Goyo, quien tenía menos de dos años de ordenado, al llegar a la habitación, vio a una mujer sobre la camilla. Le dijeron que se estaba muriendo. El sacerdote le preguntó a la enferma si quería confesarse y le contestó que sí. Tras confesarla, le impartió la unción de los enfermos, así como la Eucaristía. Comenta el padre: “fue un momento muy de Dios y alegre, pensaba que era muy bonito llevar a Dios al final del año y aquella mujer agonizante se quedó con mucha paz y tranquilidad en el rostro”.
Al salir, el P. Goyo le preguntó al enfermero el apellido de la persona que visitó. Entonces se dio cuenta del error, le habían escrito 252 en vez de 272. Y comenta el padre Goyo: “Me pareció más bonito. Que
Dios haya usado un error mío para hacer algo tan maravilloso: abrirle las puertas del cielo. Fue increíble porque no fue espectacular. El mejor error que he cometido. Que nos dejemos usar por Dios. ¡Gracias a Dios por usar mis errores!”.
La señora falleció a las dos horas.
3) Para vivir
En su reflexión sobre el “Padre nuestro”, el Papa Francisco comentó la invocación “venga a nosotros tu Reino” (Mt 6, 10). Este Reino ya ha comenzado, pero no se ha completado: muchos viven con el corazón cerrado. Por eso hemos de seguir pidiendo: “¡Venga a nosotros tu Reino!”. Es como decir: “¡Padre, te necesitamos!, ¡Jesús te necesitamos! ¡Necesitamos que en todas partes y para siempre seas Señor entre nosotros!”.
El Papa Francisco nos invita a regalar esta invocación, “¡Venga a nosotros tu Reino!”, a las personas que están derrotadas y dobladas por la vida, a los que han saboreado más odio que amor, a los que luchan por la justicia, a los que piensan que el mal domina este mundo. Entonces se encenderá para el mundo entero la luz de la esperanza en los corazones esperando el regreso definitivo de Jesús.