Trump negociando con talibanes: ¿paz o escape de Afganistán?

Las negociaciones entre estados y grupos radicales, extremistas o terroristas, no son algo nuevo. Algunos lo hacen abiertamente, otros lo hacen en secreto o por medio de terceros.

Es política de Estados Unidos no negociar con grupos que ejercen el terrorismo. Salvo cuando sí. Como vemos, siempre es posible "flexibilizar" ese tipo de posturas en aras de obtener algún fin mayor. La cuestión es que, en este caso, el fin mayor no parece ser necesariamente la paz de Afganistán, sino empujar el "America First" (Estados Unidos Primero) como doctrina, y proyectar con ello la imagen de un presidente que cumple con sus promesas a cabalidad.

Primero, recordemos que para Trump, Estados Unidos pierde su tiempo cuando pretende ir a sitios lejanos a luchar conflictos que le son ajenos. En seguimiento a esta lógica y a promesas efectuadas durante la campaña, el presidente anunció en diciembre que Washington replegaría el 100% de sus tropas en Siria y la mitad de las que hoy tiene en Afganistán.

Las negociaciones entre estados y grupos radicales, extremistas o terroristas, no son algo nuevo. Algunos lo hacen abiertamente, otros lo hacen en secreto o por medio de terceros. En el caso de Washington y los talibanes afganos, hay antecedentes de acercamientos previos, pero nada similar a lo que estamos viendo. No obstante, desde la perspectiva de otros actores en Afganistán como lo es el gobierno de ese país, o desde la visión de muchos escépticos en Washington, estas negociaciones están siendo apresuradas y están descuidando varios temas que podrían salirse de las manos. En principio, lo que parece estarse acordando entre Washington y los talibanes es que EU irá retirando sus tropas de Afganistán a cambio de que los talibanes se comprometan a no permitir que ese país sea utilizado como base para el terrorismo por parte de organizaciones como Al Qaeda o ISIS, y que se comprometan a un proceso democrático para la pacificación del conflicto afgano.

Dicho lo anterior, es indispensable considerar que: (a) las rondas de conversaciones de las últimas semanas han sido entre Estados Unidos y el liderazgo talibán. El gobierno en Kabul se siente excluido; (b) existe un enorme temor de que los talibanes eventualmente recuperarán el control total del país; y (c) varias voces en Washington indican que, una vez más, Estados Unidos estaría abandonando un país invadido sin asegurarse de que existan instituciones lo suficientemente sólidas como para evitar el resurgimiento del extremismo violento.

En el caso afgano, a pesar del supuesto compromiso talibán, los riesgos podrían proceder al menos las siguientes fuentes: (a) Al Qaeda, cuya base central de operaciones se ubica en el vecino Pakistán; (b) ISIS que cuenta en Afganistán con una de sus mayores filiales; (c) grupos talibanes más radicales quienes podrían mostrar su rechazo a los acuerdos alcanzados; y por supuesto (d) el propio liderazgo talibán que podría retornar a su trato autoritario con la parte de la sociedad afgana que no piensa como ellos.

Trump, sin embargo, está mucho más concentrado en exhibirse como un presidente que cumple, que entiende las "verdaderas prioridades" de Estados Unidos, que una y otra vez está listo para desafiar al establishment político y militar que "secuestró" a la Casa Blanca durante muchos años, y que, en este sentido, está dispuesto a negociar, incluso con los talibanes -a quienes Bush expulsó del poder 18 años atrás- a fin de exhibir que la idea de "America First" tiene hoy un firme y digno representante en la Casa Blanca. Lo que esto provoque en términos de paz de largo plazo para Afganistán es, desde su perspectiva, absolutamente secundario.

Mauricio Meschoulam
(Internacionalista)
Twitter: @maurimm

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