Solidaridad es el camino
Solidaridad es el camino, escribe el Pbro. José Martínez Colín en Vivir en Cristiano.
1) PARA SABER
Oliver Goldsmith fue un médico y escritor irlandés del siglo XVIII. Era conocido por su buen corazón y su compasión por los sufrimientos de los enfermos. Un día lo llamaron para atender a un enfermo sumamente pobre.
El médico se dio cuenta que no sólo necesitaba medicinas, así que tomó todo el dinero que llevaba, lo puso en una caja de píldoras y escribió: “Tómese cuando se necesite”.
La pandemia ha puesto de relieve nuestra interdependencia, comentaba el papa Francisco. Todos estamos vinculados, los unos con los otros, tanto en el bien como en el mal. Para salir mejores de esta crisis, debemos hacerlo juntos en la solidaridad. Somos una familia humana con un origen común que es Dios; vivimos en una casa común, la Tierra; con un destino común, Cristo. Es buena una armonía de interdependencia en la solidaridad, y no permitir que los egoísmos alimenten estructuras de pecado.
2) PARA PENSAR
Cuenta un relato que había una persona muy buena que al ver la maldad del mundo se subió a lo alto de una columna que había en la plaza del pueblo para vivir ahí, y alejarse del mal. La columna era muy elevada; sobresalía del techo de las casas y las torres de la catedral.
Sin embargo, a pesar de estar tan alto y solo, no se sentía cerca de Dios. Y clamaba en su angustia: “¡Señor! ¡Acércame a Ti!” Y sucedió que con esa plegaria la columna se acortó un poco. Siguió pidiendo que Dios lo acercara a Él, y conforme pedía, la columna se iba haciendo más y más corta. Hasta que un día, este santo varón se encontró a ras del suelo, junto a los hombres de los cuales había querido separarse.
Entonces comprendió lo que Dios quería decirle: mientras más cerca está el hombre de su hermano, más cerca está de Dios.
Existe el peligro de que al tratar de acercarnos a Dios, olvidemos a los que necesitan de Él.
Sería como si fuésemos médicos y no quisiésemos atender a ningún enfermo, sino nos quedáramos solos en el consultorio. Recordemos que estamos en el mundo, y Dios espera que nos solidaricemos con los necesitados, que amamos a quienes tenemos alrededor. El Papa nos invita a preguntarnos: ¿yo pienso en las necesidades de los otros? Cada uno que responda en su corazón.
3) PARA VIVIR
La ‘solidaridad’ no sólo es tener actos esporádicos de generosidad, es mucho más. Es tener una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, es tener una actitud procurando que haya justicia para todos. En el pasaje de Pentecostés, se observa cómo el Espíritu Santo infundido en los Apóstoles, los impulsa a salir, a anunciar a todos a Jesús.
El Espíritu Santo hace que personas de diversa lengua y nación les entiendan. Así forma una solidaridad, una unidad en la diversidad, crea la armonía entre los hombres. San Francisco de Asís lo sabía bien, y animado por el Espíritu Santo daba a todas las personas, es más, a todas las criaturas, el nombre de hermano o hermana, incluyendo al hermano lobo. Concluyendo, la solidaridad une la diversidad en armonía.
Así, la singularidad de cada uno -que es un don, único e irrepetible- no se enferma de egoísmo y se sanan las estructuras injustas. Con la solidaridad se saldrá de la crisis siendo mejores, no con cambios superficiales, sino profundos.