Sociedad plural vs. concentración de poder
En las últimas semanas se ha expresado una tensión profunda entre dos visiones del país: por una parte, las expresiones de un México diverso y plural, a pesar del enorme malestar y desencanto que influyeron en el cambio de rumbo en 2018 y, por la otra, los impulsos y las decisiones para una mayor concentración del poder. Se han acumulado casos significativos en donde se observa esta dinámica, veamos bajo este código algunos ejemplos recientes.
Si la democracia la evaluamos más allá del espacio electoral y partidista, es posible mirar que en las últimas décadas se ha desarrollado en México una sociedad cada vez más diversa, con amplios espacios globalizados y con sectores cada vez más informados, interconectados y educados. Estos procesos sociales han construido relaciones más complejas, en donde el poder y el control rebotan y producen un malestar —difuso o directo— en importantes sectores sociales. Una parte del debate que impulsa AMLO tiende a simplificar grandes problemas.
El resultado electoral del 2018 le dio al actual gobierno un enorme poder, un gobierno prácticamente unificado, como no pasaba desde 1994, y una buena capacidad para impulsar cambios. Sin embargo, resulta preocupante que ese poder lleva a una concentración que violenta reglas básicas de la convivencia democrática plasmadas en la Constitución.
El caso de Baja California, en donde el congreso local violentó la voluntad popular para alargar de forma ilegal un periodo de gobierno, la "Ley Bonilla", es una muestra abierta de abuso de poder. El otro caso es en Tabasco, en donde también el congreso local hizo una reforma y creó nuevos tipos penales para criminalizar la protesta social, la "Ley Garrote", es una violación a los derechos de manifestación en una democracia. ¿Qué pasa con los gobiernos estatales de Morena? Es preocupante, pero esperemos que los dos casos sean corregidos a través de los contrapesos institucionales de la CNDH y SCJN.
Otro espacio que también preocupa se refiere a la animadversión que tiene AMLO con los organismos autónomos y la sociedad civil. El reciente caso del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) es un claro ejemplo; pero no hace mucho fue la CNDH o el Instituto Nacional de Transparencia (INAI), que han sido criticados desde la presidencia.
En todos estos casos se ha dado una descalificación porque —supuestamente— no han hecho bien su trabajo, son muy costosos y tienen que ajustarse a una austeridad que recorta sin criterios finos todo lo que le parece prescindible. La destitución del titular del Coneval deja muy mal sabor de boca por los modos. AMLO tiene facultades para la remoción del titular, pero no tenía necesidad de inventarle un sueldo que no era cierto. Además el propio titular defendió públicamente por qué no era conveniente el tipo de recorte que se quiere hacer al Coneval. Para el país es muy importante contar con un organismo autónomo que pueda evaluar la política social y, más ahora con el cambio en los programas sociales. Un gobierno necesita de contrapesos y autonomía de los espacios que hacen labores de estado. Otra vez complejidad vs. concentración.
Uno más de los focos de tensión se da entre el gobierno y los sectores de ciencia y cultura. De manera difusa se ha generado un malestar en donde parece que se expresa el mismo problema. Para verlo hay que seguir la disputa entre el Conacyt y el Foro Consultivo por facultades y presupuesto. También se puede observar lo que sucede con el encargado de la Red Nacional de Bibliotecas que ha propuesto censurar textos y autores por su “carga ideológica”, como lo denuncian los escritores David Huerta y Verónica Murguía (La Jornada 27/VII/19). En una sociedad plural resulta inaceptable este tipo de censura y juicios, que en gobiernos pasados acabó con espacios de libertad de expresión.
El mejor contrapeso frente a la concentración de poder es más democracia, crítica y pluralidad, así funcionan las sociedades complejas. Ese principio no es negociable…
Investigador del Ciesas.