Protestas masivas en el mundo: una reflexión del 2019

#ExpresoOpinión Protestas masivas en el mundo: una reflexión del 2019, escribe Mauricio Meschoulam

Este año termina fuertemente marcado por las protestas masivas y, sobre todo, con una reflexión de carácter global.

Es claro que cada caso obedece a factores locales y a una lógica propia, pero no parece ser casual que al mismo tiempo estemos viendo manifestaciones en sitios tan diferentes como Chile y Colombia, Irak, Irán, Líbano y Hong Kong, o antes en Sudán, Argelia o Ecuador. Se puede estudiar, obviamente, cada historia de manera separada. Pero además de ello, vale la pena mirar el sistema en su conjunto y detectar algunos patrones:

1. Factores materiales, estructurales y de contexto. Es claro que en países muy diversos se puede observar altos niveles de desigualdad o falta de acceso a oportunidades, combinados con elementos sistémicos como los efectos de largo plazo de las crisis financieras globales, o las crisis de endeudamiento. A eso, a veces hay que sumar las medidas de austeridad exigidas por bancos o instituciones. En otras partes del mundo, se puede apreciar también el impacto laboral como resultado de la segmentación transnacional de los procesos productivos, entre otras circunstancias relacionadas. Obviamente, estos elementos se presentan de distintas formas y en distintos grados en diversos países, pero es común que haya factores materiales o estructurales como contexto a las protestas.

2. Factores sociales, políticos y psicológicos. A las condiciones materiales prevalecientes, se necesita añadir la percepción que de éstas se tiene, los agravios que esas condiciones provocan y el sentimiento de quienes son los causantes de esos agravios; la percepción de que ciertos sectores solo buscan conservar sus privilegios, o que no existen canales políticos adecuados para procesar las demandas sociales, o bien, la percepción de que las instituciones son ineficientes, o de que son corruptas. Así, se genera un cóctel altamente explosivo que se suma y contribuye con procesos de polarización severa.

3. Los factores detonantes. En Irán podemos hablar de un incremento al precio de las gasolinas. En Líbano, un impuesto al WhatsApp. En Chile, el alza del precio del metro. En Hong Kong, una iniciativa para extraditar a potenciales criminales a China. En fin, dados contextos como los arriba señalados, únicamente hace falta una gota y el vaso se derrama. La cuestión es que la derrama es veloz, profunda y enciende temas que rebasan, con mucho, a estos factores detonantes.

4. Los facilitadores. Es imposible entender lo que estamos viendo si no añadimos el rol que en nuestros días están jugando las tecnologías de comunicación y la explosión de la información. Esto va desde la organización de marchas o convocatorias por medio de redes sociales, hasta otro tipo de elementos como la viralización de textos, videos e imágenes que tienden a acentuar sentimientos como el enojo, la frustración, la impotencia, el miedo o la vulnerabilidad.

Por si fuera poco, la explosión informativa permite que personas de muy distintas partes del mundo se enteren y experimenten en tiempo real lo que está ocurriendo en sitios distantes. Hay un facilitador adicional: la respuesta que algunas de las autoridades deciden dar a las protestas. En muchos casos, la decisión de reprimirlas o detenerlas, no hace otra cosa que activar una espiral ascendente que, entre ciertos sectores, puede terminar por incentivar la radicalización.

Lo que llama la atención es que todo eso esté ocurriendo en tantas partes del globo al mismo tiempo, algo que, con toda seguridad, no va a disminuir con el inicio del 2020.

Analista internacional

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