País racista

Los comentarios racistas de Sergio Goyri sobre Yalitza Aparicio no son una excepción en México. Todo lo contrario, somos un país racista y clasista. El video es una muestra más de lo normalizado y aceptado que está el racismo en nuestro país. Se trata de un racismo sistémico, tolerado y exponenciado por las instituciones políticas, los medios y la sociedad en general. Ante ello, lo más grave es la disimulación y la impunidad; los mexicanos creemos que no somos racistas sino clasistas ingeniosos. De ahí que el racismo haya podido permear a lo más profundo de la cultura mexicana de forma impune. La impunidad a la que me refiero no está reservada a la falta de instituciones y leyes que castiguen la discriminación y el racismo sino que se extiende al ámbito social, donde a menudo, en privado y público, toleramos e incluso incitamos el racismo y clasismo.

Hace unos años, un artículo en "Nexos" hizo un conteo del número de gente morena o indígena que salía en revistas de "sociedad" y que no fueran meseros. Con la excepción de Jorge Campos, simplemente no encontraron ninguno. Un estudio similar podría hacerse de los contenidos de los medios de comunicación y las televisoras y el resultado sería muy similar. A pesar de que la mayor parte de la población mexicana es mestiza, los medios en México presentan una visión racista del país. En su célebre ensayo, "El Laberinto de la Soledad", Octavio Paz infería que los mexicanos no logramos aceptarnos como somos, pues tenemos un complejo con nuestro origen. Basta prender la tele para comprobar que el complejo ha evolucionado a una extraña forma de proyección racista.

La visión que imponen los medios de comunicación es compartida y reafirmada por empresas, escuelas, universidades e instituciones políticas; es decir por un sistema que emula y en muchos casos reafirma una visión racista de nuestra sociedad y nuestras aspiraciones. Las empresas proyectan imágenes corporativas racistas; las universidades y escuelas privadas del país han asumido que es normal que haya una correlación entre color de piel e ingreso económico y lo han avalado y exponenciado; y las estructuras políticas a menudo reproducen jerarquías de clase y raza. Reitero la pregunta que ya he hecho en este espacio, si alrededor del 10% del país es indígena, ¿por qué no al menos el 10% de los actores, funcionarios, magistrados, diputados, empresarios, etc… lo son? La respuesta es sencilla, porque desde la colonia en México existe un sistema de clase y raza que predefine las posibilidades de vida según el color de tu piel, la lengua que hablas o el lugar de tu origen.

Las palabras con las que Sergio Goyri se refiere a Yalitza Aparicio asustan porque no son sorpresivas, porque a pesar de todo, son recurrentes en la sociedad mexicana. Unas semanas antes del video, la conductora Elsa Burgos había hecho alarde de racismo profundo cuando declaró que Yalitza "no estaba actuando, que ella era así". Fuera de las pantallas, Yalitza no es trabajadora del hogar, pero en la mente de la señora Burgos, Yalitza tendría que serlo y actuar como tal. ¿Por qué? Por una pre-concepción clasista. A pesar de que el comentario de Burgos puede parecer ridículo, es un pensamiento que se ha generalizado en algunos sectores de la población mexicana: tan solo hace unos días varios medios de comunicación hablaban de que varios actores y actrices intentaban pugnar porque a Yalitza no se le reconociera como tal en México. En el fondo de estas acciones y comentarios esta una visión racista tan fuertemente arraigada que no se reconoce.

De poco sirve acusar a individuos de su racismo si no hacemos una revisión exhaustiva del racismo sistémico que perpetuamos como sociedad. El gran talento y éxito de Yalitza le ha dado a la sociedad mexicana la oportunidad de enfrentar su racismo. Acusar al otro como si no fuéramos todos de alguna forma culpables no soluciona nada. Se tiene que revisar el racismo sistémico que ha mantenido una división de clase-raza desde épocas coloniales. Se tiene que revisar también la impunidad social ante este tema. La mayoría de los mexicanos hemos convivido con acciones, comentarios y bromas racistas. La pregunta de hoy en adelante es ¿las toleramos o las denunciamos?

Emilio Lezama
Twitter: @emiliolezama
(Analista político)

TAGS: