¿Me gusta fingir?

¿Me gusta fingir?, escribe Pbro. José Martínez Colín en #VivirEnCristiano

Para saber

Había un tramposo que quería venderle su caballo cojo a otro tan mentiroso como él. Después de muchos regateos se lo vendió por veinte monedas. Pero un campesino fue con el comprador y le dijo: “Te engañó, porque el caballo es cojo”. El comprador le contestó: “Ya lo sé. Yo mismo le clavé una espina en su pata para que me lo diera más barato”. El campesino entonces fue con el vendedor y le contó. El vendedor le dijo: “Ya lo sabía. Pero me alegro porque el caballo es cojo de nacimiento y tiene una pata más corta”. El campesino fue de nuevo con el comprador y se lo contó. El comprador enojado exclamó: ¡Ya no se puede confiar en nadie! ¡Por eso le pagué con monedas falsas!”.

El Papa Francisco, siguiendo con su reflexión sobre la carta de san Pablo a los Gálatas, se refiere al pasaje en que Pablo amonesta a Pedro porque su comportamiento con los judíos daba lugar a confusión. Sucede que antes de Cristo la ley prohibía comer con no judíos, pero ahora ya no. Pedro había rehusado sentarse a la mesa con algunos venidos del paganismo para no ser criticado y quedar bien. Sin quererlo, Pedro daba pie a dividir injustamente a la comunidad y Pablo se lo advierte: un peligro en el obrar es la hipocresía. Pero, ¿qué es la hipocresía? Dice el Papa que es tener miedo de la verdad. Se prefiere fingir en vez de ser uno mismo.

Para pensar

En la Biblia hay ejemplos en los que se combate la hipocresía. Un bonito testimonio es el del viejo Eleazar. Antes de Cristo, el pueblo judío fue invadido y se colocó una estatua de Zeus en el Templo: se obligó a adorarla y comer carne impura bajo pena de muerte. Pero el viejo Eleazar se rehusó hacerlo. Algunos que lo estimaban le propusieron traerle alimento lícito para que fingiera que comía de la carne sacrificada a las divinidades paganas y así salvar su vida. Pero Eleazar les respondió: «A nuestra edad no es digno fingir, no sea que muchos jóvenes creyendo que Eleazar, a sus noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas, también ellos por mi simulación y por mi apego a este breve resto de vida, se desvíen por mi culpa y yo atraiga mancha y deshonra a mi vejez… Prefiero dejar a los jóvenes el noble ejemplo de morir voluntaria y noblemente» (Cfr. 2 Mac 6).

¡Qué bonita página sobre la que reflexionar para alejarse de la hipocresía!, dice el Papa Francisco. También Jesús condena la hipocresía y reprocha a quienes se muestran justos por fuera, pero por dentro están llenos de egoísmo y falsedad.

Para vivir

La hipocresía es como maquillarse el alma. Es tener miedo de proceder como se es y se prefiere fingir, lo cual lleva a mentir. Así luego se va difundiendo fácilmente el virus de la hipocresía. El hipócrita es una persona que finge, adula y engaña porque vive con una máscara en el rostro. Por esto, no es capaz de amar verdaderamente, se limita a vivir de egoísmo y no tiene la fuerza de demostrar con transparencia su corazón. A menudo se da en el lugar de trabajo, en la política o en la misma Iglesia. El Señor nos dice: “Sea vuestro lenguaje: ‘sí, sí’; ‘no, no’; que lo que pasa de aquí viene del Maligno” (Mt 5,37). No tengamos, pues, miedo de ser sinceros, de decir siempre la verdad, de escucharla, de conformarnos con la verdad. Así podremos amar.

Pbro. José Martínez Colín

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