Evitar una amistad aparente

Evitar una amistad aparente, escribe Pbro. José Martínez Colín en #VivirEnCristiano

1) Para saber

“No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”, decía el filósofo Platón. Es preciso que ese camino se camine tanto que esté despejado. Si bien, el confinamiento que se está viviendo pudiera dificultar el trato, no ha de causar que nos encierre en nosotros mismos. Esta situación nos puede ayudar a valorar lo que es el trato personal.

Hemos sido creados para amar a Dios y a los demás. En esta vida podemos crecer como personas al irnos perfeccionando. Y uno de los actos que más nos perfecciona es el amor. Por ello, si nos encerráramos estaríamos frenando nuestro crecimiento. Una persona que no amara estaría frustrando su existencia. Una manera de vivir el amor es en la amistad verdadera.

El hecho de abusar de los medios de comunicación digitales, dice el Papa Francisco, “pueden exponer al riesgo de dependencia, de aislamiento y de progresiva pérdida de contacto con la realidad concreta, obstaculizando el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas” (Fratelli Tutti, n. 43). Un peligro que habrá que detectar para no olvidar la importancia del trato personal en la amistad.

2) Para pensar

Cuenta la mitología que Zeus, para celebrar sus bodas, invitó a todos los animales. Acudieron todos a la cita excepto uno: la tortuga. Intrigado el dios por dicha ausencia, buscó a la tortuga y le preguntó:

—¿Cómo sólo tú, entre todos los animales, no viniste a mi festín?

—Quise quedarme en casa —respondió la tortuga. —Tú sabes: ¡Hogar familiar, hogar ideal! Hay que cuidarla.

—Así que te gusta mucho tu casa —replicó Zeus indignado. —¡Pues entonces te encerraré para siempre en tu casa!

Y desde entonces la tortuga lleva a cuestas su pequeño mundo. Lo mismo ocurre con quien no cultiva amistades: el horizonte en que se encierra se vuelve cada vez más reducido y será cada vez más difícil salir de él.

3) Para vivir

Con cierta razón decía alguien que los amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan cómo estamos y se esperan a oír la contestación.

La amistad va más allá que la simple cortesía o apariencia. Con las relaciones digitales puede suceder que solo aparentan una sociabilidad. No siempre sucede, pero está el peligro que ese tipo de relación omita el cultivo de una amistad verdadera o una reciprocidad estable. Dice el Papa Francisco que muchas veces esas relaciones digitales no construyen verdaderamente un “nosotros” sino que suelen disimular y amplificar el mismo individualismo. La conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad. “Hacen falta gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corporal, y hasta el perfume, el temblor de las manos, el rubor, la transpiración, porque todo eso habla y forma parte de la comunicación humana” (Ibid, n. 43).

Jesús, que es quien más nos ha amado y nos ama, nos recuerda el alto valor que tiene la amistad, al considerarse a sí mismo amigo de nosotros: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn 15,15). Una invitación para también cultivar la amistad con Jesús y con los demás.

Pbro. José Martínez Colín

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