Clasismo y racismo en la Ciudad de México

Clasismo y racismo en la Ciudad de México, escribe Adan Joseph Lagunes Hernández en #ColaboraciónEspecial.

Con los resultados de las pasadas elecciones cabe preguntarse si ¿en verdad existe una Ciudad de México dividida racial y clasistamente, en un oriente donde predomina la población morena y de bajo poder adquisitivo y un poniente donde hay una mayoría de población blanca y con altos recursos en dinero?

La respuesta es relativamente sencilla, pues en verdad tal división no existe en los hechos. Porque si miramos los resultados por sección electoral y no por alcaldía en verdad los únicos espacios que pasa a dominar la coalición PRI-PAN-PRD se reducen al centro y poniente de la ciudad (Ver el trabajo de Tero GIS en https://n9.cl/worm2). Pero entonces ¿dónde halla sustento esta idea polar, racista y clasista? Hay dos factores que refuerzan esta idea en el imaginario colectivo de sus habitantes.

De un lado, existe una geografía financiera en la ciudad bien definida por dos ejes, el primero es aquel que nace en la calle de Madero en el centro de la ciudad y que va hasta Santa Fe a través de avenida Reforma y las Lomas; el segundo es el que inicia en Polanco y su extensión "Polanquito" hasta Insurgentes Sur. Geografía que concentra las mejores infraestructuras urbanas de la ciudad (como espacios públicos o edificios inteligentes), la generación del mayor número de empleos, la mayor contribución al PIB y que además coincide con aquellas demarcaciones en las que ha sido favorecida la coalición PRI-PAN-PRD.

Por el otro, la construcción social de la vulnerabilidad ante el riesgo en el oriente de la ciudad. Es un proceso que arranca en tiempos de la Colonia bajo la necesidad de facilitar la dominación de las poblaciones indígenas sobrevivientes. Para ello fue necesario desecar las zonas lacustres del oriente de la ciudad, lo que paulatinamente junto a la sobreexplotación de los mantos acuíferos produjeron un espacio sumamente vulnerable ante cualquier agente perturbador externo como inundaciones o sismos.

Generando un espacio poco atractivo para ser urbanizado, pues el suelo desecado era inadecuado para el ofrecimiento de servicios urbanos, como drenaje, agua potable, electrificación y pavimentación de caminos. Algo que a las personas de escasos recursos, provenientes de los estados del interior del país, atraídas por un crecimiento acelerado de la ciudad en tiempos del Estado Benefactor les importó poco.

Consolidándose, de manera gradual, toda una serie de asentamientos urbanos irregulares en esta zona, caracterizados por tener altos índices de vulnerabilidad tanto social como física, de acuerdo con el libro recientemente publicado, Ciudad Resiliente: retrospectiva y proyección de una ciudad (in)vulnerable, por parte del Gobierno de la Ciudad de México el pasado 9 de junio. Donde efectivamente continúa existiendo una infraestructura urbana pobre, junto con una población mayoritaria en escasos recursos y bajos niveles de escolaridad, que coincide con aquellas demarcaciones en las que Morena ha resultado favorecida en el conteo de votos del PREP.

Por lo tanto, la reproducción de esta idea de una ciudad clasista y racista tiene fundamentos espaciales y además social e históricamente construidos. Mismos que deberán tener en cuenta cada partido y coalición política para comprender cuál es la mejor forma de dirigir las inversiones tanto públicas como privadas que requiere cada alcaldía de la ciudad en la que han resultado favorecidos por el voto ciudadano.

Profesor de la Facultad de Economía UNAM e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social (CACEPS)