Biden, católico
Biden, católico, escribe P. Mario Arroyo en #PensarEnCristiano
Joe Biden es el segundo presidente de los Estados Unidos en profesar la fe católica, en su página oficial tiene una entrada dedicada a “los católicos por Biden”, donde luce una maravillosa foto saludando al Papa Francisco. Ha sido felicitado por el Arzobispo de Los Ángeles, el mexicano José Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal Norteamericana. Sin embargo, su agenda política ha despertado severas reservas en esa conferencia episcopal, la cual ha tenido que adecuar su postura ante la victoria del demócrata.
Antes de la elección no se podría decir que la Conferencia Episcopal estuviera con Trump, pero sí que no estaba con Biden, por su política de quitar toda traba a la práctica del aborto. De hecho, le fue negada una vez la recepción de la Eucaristía -pues es católico practicante- por ese motivo. La ley de la Iglesia establece que un político que esté a favor del aborto y lo promueva, no puede recibir la sagrada comunión. Por su parte, la Conferencia Episcopal, en el documento “Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles: llamado de los Obispos Católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política” señaló con claridad: “La amenaza del aborto sigue siendo nuestra máxima prioridad, porque ataca directamente a la vida misma, porque tiene lugar dentro del santuario de la familia y por la cantidad de vidas destruidas”. En este sentido, se decantó decididamente en contra de Biden, insistiendo en que la defensa de la vida es el “tema preeminente” para un católico a la hora de votar, por encima de otras consideraciones de orden económico, social o político.
Una vez pasadas las elecciones, no le quedó a la Conferencia Episcopal sino aceptar la nueva realidad. Prudentemente reconoció al presidente electo e hizo un llamado a la unidad. En su comunicado, el Arzobispo Gómez señala: “Damos gracias a Dios por la bendición de la libertad. El pueblo estadounidense ha hablado en esta elección…Creo que, en este momento de la historia de Estados Unidos, los católicos tienen el deber especial de ser pacificadores, promover la fraternidad y la confianza mutua”. La Iglesia trabaja por la unidad o, visto de otra perspectiva, sabe perder. “Reconocemos que Joseph R. Biden, Jr., ha recibido suficientes votos para ser elegido el 46º presidente de Estados Unidos. Felicitamos al Sr. Biden y reconocemos que se une al difunto presidente John F. Kennedy como el segundo presidente de Estados Unidos en profesar la fe católica.” Podríamos añadir a Monseñor Gómez: “profesa la fe católica, pero no es coherente con su doctrina”, por lo menos en ese rubro. En cambio, Biden está a favor de abolir la pena de muerte, mantener unidas a las familias de los migrantes o luchar contra el cambio climático. En esos aspectos sí es coherente con su fe.
La causa pro-vida, mucho más amplia que la fe católica, pues aglutina a evangélicos, judíos, musulmanes e incluso agnósticos y ateos, ha recibido un duro golpe. Es verdad que la otra opción tampoco era ideal. No es que los obispos animaran a votar por Trump, sino a no hacerlo por Biden; cabría la opción de no votar, anular el voto o votar por otra persona. Lo peligroso de “la era Trump”, es que en su atractivo estaba su peligro. Ningún presidente había apoyado tan decididamente la causa por la vida, ninguno se había opuesto con su claridad y firmeza al aborto. Por eso era saludado y reconocido por todos los que somos pro-vida. Sin embargo, pocos presidentes tan estridentes como él habían tenido los Estados Unidos, quizá ninguno. Como dijo un buen amigo, “no es la clase de persona con la que dejaría salir a mi hija”. El peligro estriba en que se asocie la causa pro-vida a las estridencias de su personalidad, lo que la volvería poco atractiva, si no impresentable.
Biden, más político que Trump, nada más ganar ha hecho un llamado a la unidad. A los que estamos a favor de la vida, no nos queda sino esperar que se dé cuenta de que la mitad de su país no apoya su postura abortista y sea moderado, gobierne para todos, no solo para el ala radical demócrata. Los obispos norteamericanos, agotados los recursos humanos, miran al Cielo: “Le pedimos a la Santísima Virgen María… que interceda por nosotros. Que ella nos ayude a trabajar juntos para cumplir la hermosa visión de los… fundadores de Estados Unidos: una nación bajo Dios, donde se defiende la santidad de cada vida humana y se garantiza la libertad de conciencia y religión”.