Un pesado fardo de apellido inglés
La crisis de los apagones en 23 estados de la República esta semana es un buen ejemplo del fracaso de la política energética del sector eléctrico del actual Gobierno que, a pesar de las promesas presidenciales de que no habría más apagones en el actual sexenio, ha empezado a mostrar sus deficiencias e ineficiencias tanto en la previsión y manejo de afectaciones externas, como la actual tormenta invernal que azota a Estados Unidos, como en la toma de decisiones de carácter técnico como la cancelación de proyectos de almacenamiento de gas, la inactividad de Pemex en la generación de gas, la suspensión de actividades de fracking y el haber frenado la explotación de la Cuenca de Burgos que, en los últimos dos años, pudieron darle a México autosuficiencia en la producción del gas necesario para abastecer a las plantas generadoras de la Comisión Federal de Electricidad.
A todas esas decisiones, se suma otra que le correspondía directamente al director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz: haber suspendido la compra de gas en Texas por el aumento de los precios del combustible, debido a que no se compraron seguros de cobertura que protegieran al país de las variaciones de precios del mercado y no haber tampoco tomado medidas de emergencia ante el aviso, por lo menos una semana antes, de que vendría una tormenta invernal histórica.
Nada de eso escuchó ni atendió el señor Bartlett ni el gabinete energético del presidente López Obrador y con su apatía y negligencia colocaron a México, a sus familias y empresas en el norte del país, en el escenario de un apagón que duró dos días y que ocasionó pérdidas millonarias en el sector industrial y de manufacturas. Lo más grave fue que el apagón del norte impactó después a toda la República que, ante la alteración de flujos y cargas en el Sistema Nacional Eléctrico, tuvo que sufrir cortes de electricidad programados en 29 entidades.
Lo más grave es que, aún con las pérdidas millonarias y los daños causados a casi seis millones de mexicanos, el director de la CFE nunca apareció para dar la cara y explicar claramente a los mexicanos por qué se quedaron sin energía durante casi tres días. El señor Bartlett, con la soberbia y arrogancia que le caracteriza, mandó a sus técnicos y a los del Cenace a dar explicaciones técnicas que básicamente culpaban al clima y a las empresas texanas de haber causado el desabasto de gas que afectó a las redes mexicanas de electricidad y, durante las 72 horas que el país entró en crisis por la carencia de electricidad, el funcionario responsable nunca se dignó a aparecer y hasta obligó al presidente López Obrador a tener que dar explicaciones, justificaciones y maromas en la conferencia de prensa mañanera para tratar de explicar la crisis eléctrica.
Hoy que el expriista y salinista aparezca en la conferencia de prensa mañanera para intentar dar una explicación justificante, cuatro días después del desbalance y las fallas en el sistema eléctrico, lo hará otra vez escudándose detrás de la figura del Presidente que, muy seguramente, lo volverá a exculpar y a exonerar de cualquier responsabilidad en las pérdidas provocadas a industrias y empresas y de los daños causados a millones de mexicanos. Por alguna extraña razón que se remonta a los días en que Bartlett pasó de ser un convencido salinista y neoliberal que privatizó todo lo que pudo en Puebla a convertirse en un "nacionalista y defensor de la industria eléctrica" en los tiempos de Ernesto Zedillo, el dinosaurio poblano tiene hechizado y seducido al Presidente, tanto que el mandatario que dice estar transformando al país no se da cuenta que carga con un pesado fardo de apellido inglés, que hasta ahora no le ha dado una CFE ni más eficiente ni más productora de energía y sí le ha generado varias crisis que, con su habilidad de viejo lobo de la política, evade muy bien don Manuel, mientras esas crisis se las traga todas el Presidente.