Encuestadoras intentan explicar su fracaso en Argentina

"Encuestadoras intentan explicar su fracaso en Argentina", escribe Irene Selser en #Entrevías

“Ni las encuestas ni los dirigentes vieron venir la ola violeta”, resumió el periodista Raúl Kollman en el diario Página 12, en alusión al color distintivo de la campaña electoral de La Libertad Avanza (LLA), el partido del presidente Javier Milei, cuya victoria en las elecciones legislativas del 26 de octubre sorprendió hasta al mismo oficialismo.

“El cuco del caos, las amenazas de Trump, el 40% del núcleo duro de la derecha y el efecto polarizador fueron algunas de las respuestas que consultores y encuestadores encontraron sobre el comportamiento de las urnas”, añadió Kollman, ante el imprevisto triunfo de Milei y LLA que se consolida como la principal fuerza legislativa del país, aunque sin mayoría absoluta en ninguna de las dos Cámaras, lo que la obliga a negociar con otras fuerzas políticas para aprobar leyes.

LLA, en la ultraderecha populista liberal del espectro político, logró el 40.6% de los votos, equivalente a unos 9.3 millones de sufragios de un padrón habilitado de 41 millones de ciudadanos. Votaron casi 34 millones, el 66%, una participación algo por debajo del promedio histórico de legislativas (65%-75%).

La opositora Fuerza Patria, la coalición que reúne a diversos sectores del peronismo y que surgió en 2025 para competir electoralmente frente al gobierno de Milei, apenas logró el 31.67% de los votos a nivel nacional y se vio ampliamente superada por el oficialismo. Se impuso en sólo seis de las 24 provincias y perdió bancas en el Congreso. Comentaristas de radio en Argentina afirmaban el domingo que su caída, más que electoral, fue simbólica: un movimiento que, desde sus orígenes en 1946 con Juan Domingo Perón, se concibió como mayoritario, ya no logra representar a la mayoría.

En los comicios legislativos locales del pasado 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires, que reúne al 40% del electorado nacional, la mayoría de las encuestadoras también erraron, aunque al revés: sólo tres firmas anticiparon el triunfo de Fuerza Patria en ese bastión tradicionalmente peronista, que entonces se impuso por amplia mayoría, pero 50 días después se volcó a favor de Milei.

Las encuestadoras atribuyeron su fracaso a varios factores, en primer lugar, la dificultad para captar el comportamiento de los votantes en un contexto de alta volatilidad y polarización, unido a la fluctuación en la intención de voto en las semanas previas a la elección, cuando predominaba la idea de un posible empate -35%- a nivel nacional entre Fuerza Patria y LLA, dando por descontado, además, que el peronismo volvería a imponerse en la Provincia de Buenos Aires, donde había ganado por más de un millón de votos.

En las redes sociales, sectores ligados a Fuerza Patria especularon con un supuesto fraude perpetrado por “la CIA y el Mossad (inteligencia israelí) con equipos especiales recién llegados al país para adulterar el voto”. Pero ni la coalición ni periodistas afines, como Sandra Russo, se hicieron eco de las denuncias. Al contrario, en su programa en Somos Radio, Russo responsabilizó de los resultados a la “incompetencia del votante, incluidos los jóvenes”, y a la filiación “fascista” del 40% de la población. También, a la “falta de unidad” del peronismo y a que “confiamos demasiado en el rechazo a Milei, eso no funciona”.

Russo dijo que el verdadero ganador fue el presidente Donald Trump, que intervino sin filtros en los comicios, y concluyó con una reflexión interesante: “Tengo la sensación de que en el mundo no compiten hoy partidos políticos, sino narrativas políticas, y la de ayer (domingo) fue un gran triunfo de la narrativa política de la ultraderecha”, frente a la “narrativa de tribus”, atribuida veladamente a Fuerza Patria.

En efecto, la coalición llegó a las urnas dividida y sin un liderazgo claro tras el ocaso político de la expresidenta Cristina Fernández (72), viuda del expresidente Néstor Kirchner, condenada desde junio a seis años de prisión domiciliaria por corrupción e inhabilitada a perpetuidad para ejercer cargos públicos.

Fuerza Patria, miembro del Partido Justicialista (peronista), está fragmentada entre “cristinistas”, “kicillofistas” (Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aires), líderes sindicales y “massistas” (Sergio Massa, exministro de Economía del kirchnerismo).

Máximo Kirchner (48), diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, conocido por su estilo confrontativo, tiene un peso político importante dentro de Fuerza Patria como hijo de la expareja presidencial. Rival acérrimo -al igual que Cristina K.- de su camarada Axel Kicillof, Máximo es líder de La Cámpora, la agrupación juvenil kirchnerista, y preside el Partido Justicialista bonaerense.

Esto viene a colación tras las críticas que recibió Cristina Kirchner, quien el domingo salió al balcón de su domicilio en Buenos Aires, saludó a sus militantes y bailó varios minutos al conocerse los primeros resultados. Se sabe que el baile es una forma de ella de saludar a la gente, pero en este contexto, con un activismo frustrado por la derrota, pareció una burla.

La militancia peronista la critica por su confrontación con Kicillof (54), doctor en economía y considerado un político honesto, quien desde 2023 tendría que haber reemplazado a Máximo Kirchner al frente del Partido Justicialista, que la exmandataria quiere que sea controlado por Massa. En 2026 habrá que resolver si ella sigue al frente del movimiento y su hijo del PJ regional.

Sobre este mar de fondo intervino Trump, quien, como afirma el diario Clarín, fue el primero que “la vio”: entendió la urgencia de dar a su aliado MAGA -“Hacer Argentina grande otra vez”, como gusta parafrasear Milei- el oxígeno para sostenerse: una “zanahoria” de 20 mil millones de dólares en una línea de intercambio (swap) de moneda ya acordada, con la posibilidad de ampliar el paquete total hasta 40 mil millones, incluyendo otros 20 mil millones con financiamiento privado o de fondos soberanos.

Y, como el presidente Roosevelt y su “Big Stick”, con la zanahoria llegó el “garrote”: el rescate financiero estuvo condicionado: “If he wins, we’re staying with him. And if he doesn’t win, we’re gone”. Si Milei perdía, se cerraba la válvula de los dólares, a riesgo de una corrida cambiaria devastadora y un nuevo “caos” hiperinflacionario. La gente lo entendió.