El costo de la paralización
Estados Unidos dio hoy un paso definitivo para poner fin al cierre de gobierno más largo en su historia, una paralización que se extendió durante 43 días y dejó daños económicos significativos. El proceso legislativo comenzó el lunes, cuando el Senado aprobó el acuerdo bipartidista con una votación de 60 a 40. Ocho senadores demócratas rompieron el bloqueo de su partido y se sumaron a los republicanos para avanzar una ley que reabre la mayoría de las agencias federales hasta el 30 de enero de 2026.
La medida pasó después a la Cámara de Representantes, que ayer la aprobó con un margen estrecho de 222 votos a favor y 209 en contra. Más tarde, el presidente Donald Trump firmó la legislación y declaró que “esta no es forma de gobernar un país”, poniendo fin oficialmente a la paralización.
El acuerdo no incluye la extensión de los créditos fiscales de la Ley de Cuidado de Salud (“Obamacare”), como exigían los demócratas. En su lugar, se pactó una votación posterior en diciembre, manteniendo abierta la posibilidad de nuevos choques políticos hacia inicios de 2026.
El cierre dejó huellas profundas. La Oficina de Presupuesto del Congreso estima que la parálisis provocó pérdidas acumuladas de entre siete mil y 14 mil millones de dólares. Algunos comités legislativos calculan daños semanales de hasta 30 mil millones durante las semanas más críticas. En conjunto, el impacto redujo al menos 0.2 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto del primer trimestre.
Más de 800 mil empleados federales quedaron sin recibir salario; el recuento actualizado se acerca ya a 900 mil trabajadores afectados. Esto deterioró el consumo interno, frenó la demanda de servicios y redujo la confianza económica.
La crisis aérea fue uno de los efectos más visibles: miles de vuelos cancelados, demoras generalizadas y afectaciones en al menos 40 aeropuertos. De no haberse resuelto el cierre, el tráfico aéreo habría enfrentado una disminución drástica en vísperas de la temporada alta de fin de año.
Al mismo tiempo, la suspensión temporal de estadísticas oficiales -como inflación, empleo y ventas minoristas- generó incertidumbre en los mercados y complicó la labor de la Reserva Federal. Sin datos confiables, empresas, inversionistas y autoridades económicas operaron a ciegas durante semanas.
México también resintió efectos. La desaceleración económica estadounidense afecta directamente las exportaciones mexicanas, especialmente en los sectores automotriz, electrónico y agroalimentario. Además, los retrasos en aduanas y aeropuertos complicaron el comercio transfronterizo y ralentizaron las cadenas de suministro del T-MEC. La volatilidad del dólar añadió presión al tipo de cambio y a los costos de importación.
El origen del conflicto -un desacuerdo sobre los créditos fiscales de salud- terminó revelando algo más profundo: la fragilidad de un sistema político cada vez más polarizado. Aunque hoy se reabren las agencias federales, el acuerdo es temporal y el país podría enfrentar un nuevo cierre a inicios de 2026 si no se logra un pacto definitivo.
La lección es evidente: la polarización tiene costos reales que afectan directamente a millones de personas y traspasan fronteras. Sus efectos alcanzan también a socios como México, cuya economía depende estrechamente del dinamismo estadounidense.