VIDEO | A 63 años de los últimos fusilados en Sonora

Los infanticidas Juan Zamarripa y Francisco Ruiz Corrales, sentenciados a la pena de muerte por violación y asesinato, recibieron el 'tiro de gracia'.
HERMOSILLO, SON.- Apenas amanecía, eran las cinco de la mañana del 18 de junio, pero de 1957, cuando se escucharon las descargas de los fusiles que apuntaban a Don Juan Zamarripa y Ruiz Corrales, dos hombres sentenciados a la pena de muerte por violar y asesinar a dos niñas de cuatro y seis años de edad. Fue en el paredón de la antigua penitenciaría, hoy Museo Regional de Sonora, el lugar donde se fusiló a los últimos sentenciados a muerte en Sonora y también, de los últimos condenados a la pena capital en México. La última ocasión que en Sonora se escuchó el ¡Preparen! ¡Apunten! ¡Fuego! y que, según lo descrito en varias publicaciones de esa época, no fue suficiente, pues a los dos condenados se les tuvo que dar el tiro de gracia por parte del jefe del pelotón, el teniente Raúl Ojeda Echeverría.

En México la pena máxima se abolió en 1975, el Código Penal de Sonora fue uno de los últimos en mantenerla. Dicho acontecimiento ocurrió bajo la administración del entonces gobernador de Sonora, Álvaro Obregón Tapia y fue Roberto Reynoso Dávila, el Juez que ordenó la sentencia.

Dicho por el cronista de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda, se trató de un hecho que impactó a lo sociedad de aquella época, al tratarse de la muerte de dos criaturas, una de ellas, habitante de la capital de Sonora y la otra, una pequeña originaria del municipio de Guaymas. Foto: Jesús Ballesteros Al máximo tribunal
El caso llegó hasta la Suprema Corte de Justicia, el máximo orden en impartición de justicia del país. El caso de Zamarripa duró siete años, de 1950 a 1957; mientras que el caso de Corrales duró dos años, de 1955 a 1957”, comentó.
Don Juan Zamarripa era un soldado de 37 años de edad, originario de Tierra Nueva, San Luis Potosí y fue detenido en 1950 por abusar sexualmente y asesinar a la pequeña Ernestina Leyva, de tan sólo cuatro años de edad, originaria de la comunidad yaqui de Pótam, en Guaymas. Se cuenta que el militar sustrajo a la pequeña de su hogar para abusar de ella y luego quitarle la vida, arrojando su cuerpo al río, el cual fue encontrado dos días después. Ruiz Corrales, el otro condenado a muerte, violó y mató a la niña María de la Luz Margarita Mendoza Noriega, quien tenía seis años de edad y era originaria de la capital de Sonora. La pequeña era muy conocida, porque junto a sus hermanos se dedicaba a vender tomates en una pequeña canasta que siempre traía consigo, pero en esa ocasión salió para ya nunca más regresar, pues su agresor, con engaños la llevó a un lugar a despoblado y ahí, abusó sexualmente de ella y posteriormente la estranguló. Foto: Jesús Ballesteros El pelotón

Fue un pelotón de diez policías municipales quienes a las 5:05 horas de aquel 18 de junio de 1957 fusilaron a Don Juan Zamarripa y Ruiz Corrales, en esa penitenciaria ubicada en las faldas del Cerro de la Campana, en Hermosillo.

Cabe mencionar que ese hecho causó psicosis entre los habitantes de la capital de Sonora, pues lo que sucedió con la pequeña de seis años, no sólo causó la indignación de la sociedad de aquella época, sino que los atemorizó e hizo que aumentaran la atención y el cuidado para con sus hijas.

A más de seis décadas de la ejecución de Don Juan Zamarripa y Ruiz Corrales, aún continúa el repudio de la gente hacia ellos, sin importar el paso del tiempo, sus tumbas que parecieran estar en el olvido, siguen siendo estigmatizadas.

Sus restos yacen en el Panteón Yáñez, son dos tumbas contiguas que sobresalen de las demás porque son de color negro.

Hace tiempo sus cruces estaban pintadas de color rojo y sobre la pared que está frente a ellas alguien se encargó de escribir la leyenda ‘Sátiros PUM PUM 1957’, la cual cubren con pintura, pero luego vuelve a aparecer.

A unos metros de donde yacen los restos de su asesino, también fue sepultado el cuerpo de la pequeña María de la Luz Margarita.

Son dos tumbas que tienen la placa con el nombre de la menor que inspiró al escritor Sergio Valenzuela a escribir el libro “La niña de los tomates”.

Foto: Jesús Ballesteros Foto: Jesús Ballesteros