El miedo a la libertad: tengo ganas de salir, pero…

El autor es profesor universitario y miembro del Patronato de Reincorporación Social del Estado de Sonora.

El día de hoy no hace referencia a un clásico de la literatura psicológica, “El miedo a la libertad”, de Erich Fromm, escrito hace casi 80 años; de lo que yo te quiero platicar hoy es del miedo a salir de prisión, ese miedo a recobrar la libertad y el temor de empezar a hacerse responsables de si mismos en un mundo libre.

Todos sabemos que las reglas te brindan libertad y por paradójico que suene, así funciona en la realidad, ya que tú puedes hacer de “A” a “D” lo que tú quieras, el problema es cuando tú quieres “F” y la sociedad dice que no se puede o no se debe.

Después de trabajar por 5 años dentro del patronato de reincorporación social en una penitenciaria y después de haber entrevistado a por lo menos 100 personas próximas a salir de prisión, el tema pareció tomar relevancia.

Cuando puedes palpar el progreso del interno después de un proceso psicoterapéutico de entre 6 y 8 meses, identificas que las personas sí han cambiado, que ya tienen un manejo adecuado de sus emociones, que están aprendiendo a tomar mejores decisiones, cuando vez que ya dejaron atrás sus errores cometidos y ellos mismos ya están convencidos de que “ahora quieren salir y llevarla por la derecha”, como lo expresan, pero también se dan cuenta que ellos no van a empezar de cero, ellos reinician su vida social familiar y laboral, de menos 20, de menos 40, de menos 100, salen con una etiqueta social, porque no sólo pagaron su delito en prisión, lo siguen pagando en cada lugar que se presentan a buscar trabajo, siguen siendo juzgados, además regresan al mismo ambiente que los hizo delinquir, la misma ciudad, la misma colonia, las mismas “amistades”.

Libertad implica compromiso, responsabilidad, pagos, familia, pareja, hijos en el mejor de los casos, en otros implica soledad, aislamiento, estigma social, desconfianza, temor constante, asedio.

En este viaje llamado vida y después de 5 años de psicoterapia y talleres, he tenido la oportunidad de reencontrar a “mis chicos” del Cereso, ahora en la libre, en la calle, algunos ya con trabajos estables, otros más “hueseando” (buscando y trabajando en lo que les “cae”); y algo maravilloso con lo que me he encontrado es la capacidad de asombro que nunca pierde el ser humano, sí, asombro, hay cosas que tú y yo ya no vemos de la misma manera que ellos, imagina estar preso por 18 años de tu vida y sales, es el asombro por ver los “nuevos” camiones o la “nueva forma de pago, ¡con una tarjeta!”.

Muchos de tu colonia ya no están, unos murieron, otros se fueron, a otros ya los mataron, es un asombro constante, los cines adquieren una nueva perspectiva, ya no son esos asientos duros, los efectos especiales en las películas son de otro nivel, los nuevos negocios, las nuevas rutas, todo es nuevo.

Otra cosa es el miedo a hablar con alguien y no saber si aceptará el diálogo, miedo a conducir un vehículo, miedo a equivocarse de nuevo, miedo a encontrar a tus hijos que los dejaste siendo niños y hoy son padres y madres de familia con reclamos de 18 años porque tú te la aventaste y ellos se quedaron sin padre o madre.

La libertad no es fácil, muchos de nosotros no sentimos vivirla y no estamos detenidos.

Nuestros hijos nos piden y exigen libertades, pero pocas veces les hemos hablado de responsabilidades; es más fácil que un niño de primaria te diga los derechos a los que tiene acceso que las responsabilidades que debe de cumplir.

Los padres sabemos poner e imponer nuestras reglas dentro de casa, pero no educamos para la responsabilidad que implica ser libres, tal vez por que nosotros mismos lo desconocemos, creemos que por tener a alguien encerrado por “X” cantidad de tiempo este se va a “componer”, déjame decirte que sin tratamiento el encierro se convierte en tortura, en ira contenida la cual encontrará su camino al salir de prisión.

Eduquemos en el hogar para que los ceresos no tengan que hacer nuestro trabajo, el de padres y sociedad.

Me encantaría leerte.

El autor es profesor universitario y miembro del Patronato de Reincorporación Social del Estado de Sonora.

uklarracilla@hotmail.com