Familia de Veracruz se reencuentra con indigente que deambulaba por Hermosillo

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HERMOSILLO, SON.- Hoy todo es fiesta en la casa de la familia García de la Cruz.

Hay música, pastel, comida y refrescos, y todos sonríen, se abrazan y se felicitan pues viven un milagro.

Alfonso García de la Cruz, es un integrante de esa familia que vive en la olvidada comunidad de Palmar Kilómetro 40, en el municipio de Papantla, en Veracruz.

Hace cerca de 11 años, Alfonso quien tenía 23 años de edad en ese entonces, y cara de niño, salió rumbo al norte, a buscar trabajo para mandar dinero a su familia, y ayudarlos a salir, aunque fuera un poco, de la pobreza.

Sin embargo muy pronto dejaron de tener comunicación con él, muchos de sus hermanos, sus padres y sobrinos, pensaban que estaría trabajando en los Estados Unidos, en algún campo agrícola.

La verdad era muy diferente, Alfonso García de la Cruz vivía como indigente en las calles de Hermosillo, sin una pierna.

"Cuando me caí del tren, nadie me ayudó, todos mis amigos (otras personas que viajaban de trampa) corrieron y se alejaron. Como pude me hice un torniquete en la pierna porque parecía que me iba a desangrar, pero me apreté de más, y cuando llegó la ambulancia me llevaron al hospital, pero ahí me dijeron que me tendrían que amputar, porque al apretar de más dejó de llegar sangre a lo que quedaba de mi pierna", recordó en entrevista el pasado domingo, poco antes de subirse junto con una hermana y un hermano, al camión que lo llevó hasta Papantla, Veracruz.

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La noche del martes Alfonso llegó al fin a su hogar, se reencontró con su padre y su madre, quien no podía dejar de llorar de la felicidad.

"Es un momento muy feliz, lo queríamos en casa, fueron muchos años de buscarlo en redes sociales, de preguntar por él, nunca pensamos que estuviera en Sonora, cuando nos dijeron que la página Habitante había presentado su caso, y que estaba buscando a su familia, no podíamos creer que fuera él, era su cara sin duda, pero estaba muy cambiado, y no sabíamos que vivía como indigente", narró su hermana Rosario.

El paso de Alfonso por Hermosillo no fue sencillo, desde el accidente con el tren al norte de la ciudad, hasta diversos asaltos y golpizas que sufrió en las calles, en los parques. Pero también hubo solidaridad, de la agrupación Kibernus y de Senda; de la Iglesia de Dios, Templo Central, en donde se organizan todos los sábados las actividades del comedor para indigentes y migrantes, en donde nos tocó conocer su caso y luego difundirlo en medios de comunicación y redes sociales.

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Pero hoy un mejor futuro está en sus manos, alejarse del alcohol y los vicios que adquirió en la calle, es algo que podría lograr con la solidaridad enorme que le han mostrado sus hermanas, hermanos y sobrinos.

Alfonso luce hoy muy diferente, se ve más delgado, su cara está ya deshinchada de golpes y malos ratos que pasó. El futuro luce prometedor, un buen samaritano le regaló una prótesis, y dice que quiera dar pláticas, a los jóvenes, para que no dejen su hogar, pues aunque haya carencias, ahí siempre habrá la solidaridad de la familia para juntos salir adelante.


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EXP/UG/RG/AB/2017