“El pueblo tiene que salvarse a sí mismo”: comandanta Miriam

Luis Ernesto Flores Fontes*

Empezaré diciendo que es la primera vez que vengo a Chiapas. Soy de la parte norte de México, de Sonora, en la frontera con Estados Unidos. Llegué a Chiapas a finales del mes de julio, el 23 para ser más exactos. Una gran parte del estado de Sonora es semidesértica o desértica. Por contarles algo, en Hermosillo, la ciudad capital, en los meses de verano el termómetro marca entre 42 ó 45 grados a mediodía, cuando bien nos va. Ahí llueve muy poco o cuando se le antoja. Una mañana nublada es signo de esperanza; la lluvia es un regalo divino. Así es que al llegar a estas maravillosas tierras, uno no tiene más que admirarse de los matices del verde y dar gracias porque aquí la naturaleza se desbordó. La madre tierra, que en el norte se resiste a germinar pero a la larga es fecunda, aquí es abundante, pródiga.<

Vine a Chiapas (o me trajo el destino, ya no sé) con tres objetivos: a) asistir como relator y participante al XX Encuentro de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) que se realizó la semana pasada en San Cristóbal de las Casas; b) conocer el Centro Indígena de Capacitación Integral Cideci-Unitierra y c) estar presente en el Encuentro de Redes de apoyo al Concejo Indígena de Gobierno, convocado por el EZLN. Vine con la mente dispuesta para la escucha atenta y el corazón abierto a la solidaridad.

Al encuentro de las CEBs asistieron más de 1,500 personas de diversas regiones del país. Nos dividimos en 10 núcleos para trabajar. Me tocó en el municipio de Trinitaria, en la frontera con Guatemala. De ese evento aprendí, entre otras cosas, que la iglesia de los pobres se conecta con las bases y las raíces del pueblo y tiene voz profética para denunciar y anunciar; ahí la palabra hermana-hermano, que escuché tantas veces en la comunidad de San José que nos recibió, tiene un sentido profundo de solidaridad.

La experiencia de visitar Cideci-Unitierra la comparé con una peregrinación a un lugar sagrado. Ahí se siembran caracolitos para soñar que un mundo mejor es posible. Así se lo compartí al doctor Raymundo Sánchez Barraza, coordinador del centro, en un textito que le envié titulado “Los caminos de Santiago en el caracolito de Chiapas”. Santiago es un joven indígena que cumplió 8 años en ese semillero de esperanzas y fue mi guía durante el recorrido.

Me he sumado al Encuentro de redes de apoyo al Consejo Indígena de Gobierno (CIG), en respuesta a la convocatoria lanzada el 5 de julio por la Comisión Sexta del EZLN, porque también creo, como ahí se dice, que “los cambios que importan nunca vienen de arriba sino de abajo”. Y porque coincido con lo que dijo Marichuy, en San Ignacio Cohuirimpo, Navojoa, el 13 de enero de 2018: “No estamos de acuerdo en la forma que toman acuerdos allá arriba… No estamos de acuerdo que solamente se acuerdan de los pueblos cada seis años…”. Y también estoy de acuerdo con otra idea expresada por ella: “Tenemos que caminar con hermanos, también, que están en la ciudad, organizaciones que también han luchado por años, porque esta lucha no es solamente para nuestros pueblos. No podemos hacerla solos, ocupamos de los demás porque es una lucha grande, es una lucha que va más allá de México”.

Para este momento y circunstancia traigo de nuevo a la memoria las palabras de la comandanta Miriam, del EZLN, dichas en el caracol de Morelia el 17 de octubre de 2017: “No vendrá ni una persona que los salve, ya tantas veces hemos visto que palabrerías de un mierda político, nunca son la solución, somos testigos que esos pueden hablar con palabras bonitas y les recuerdo que esos son puras mentiras y engaños. No vendrá nadie que los salve si no se organizan ustedes, e incluso nosotros, nosotras, los zapatistas no somos la solución, la verdadera solución son ustedes y con el tiempo verán que si logran organizarse ahí encontrarán razones para organizarse. No porque así los decimos nosotros, nosotras, no porque les gusta ni porque no les gusta, es porque así lo requiere la vida en igualdad”.

Y termino con una referencia de Boaventura de Sousa Santos, para completar la idea. En el último conversatorio que tuvimos con él en la Especialidad en Epistemologías del Sur que estoy cursando en CLACSO, lanzó la siguiente pregunta: ¿Por qué si existe un conocimiento tan amplio de la sociedad, sigue habiendo explotación, marginación, injusticia para tanta gente? Y respondió él mismo: “el conocimiento ha sido domesticado, no ayuda a transformar la realidad. Hoy se necesita otra concepción del mundo para poder transformarlo”.

Caracol de Morelia, Chiapas. agosto de 2018.

*Candidato a doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora.

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