2018: pasarela presidencial

La sucesión presidencial de Enrique Peña Nieto comienza hoy. Informal, quizás, pero diáfana. Arranca con una pasarela de presidenciables en la plenaria de diputados y senadores del PRI y el Partido Verde, ante la que desfilarán seis aspirantes a la candidatura presidencial. Aunque este tipo de reunión se da cada año para revisar la agenda legislativa, celebrarse unas 15 semanas antes del destape cambia su metabolismo: será el único momento antes de la decisión que tome Peña Nieto donde podrán demostrar si tienen la densidad y gravitas que necesitará el ungido para enfrentar a la División Panzer que representa Andrés Manuel López Obrador, el único de todos los que sueñan en Los Pinos que es seguro aparecerá en la boleta presidencial de 2018.

La agenda de la plenaria está balanceada entre actores de reparto dentro del gabinete y los elegidos por el presidente para que participen en el juego de las sillas presidencial. El miércoles abrirá el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, seguido del de Agricultura, José Calzada, y del de Salud, José Narro, quien será el orador durante la comida. El jueves temprano comparecerá el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, seguido del de Turismo, Enrique de la Madrid, y concluirá con el de Educación, Aurelio Nuño, quien hará su presentación durante la comida.

Narro y Nuño, quienes en el pasado se enfrentaron cuando el primero era rector de la UNAM y el segundo jefe de la Oficina de la Presidencia, por la posición sobre política y economía del hoy titular en Salud, fueron escogidos para el momento estelar, la comida. No son cosas dejadas al azar, al orden alfabético o al capricho de quienes organizaron la agenda. El orden fue consultado con Los Pinos, de donde debió llegar la instrucción de cómo debía de ser. ¿Querrá decir que Peña Nieto está pensando en ellos para sucederlo? Analizando otras tomas de decisión del presidente, no quiere decir nada. Peña Nieto engaña mucho con la verdad y suele enviar señales contradictorias para desconcertar y aliviar presiones.

Leer las intenciones de Peña Nieto es como intentar explicar sin abstracciones que hubo antes del Universo. Lo único que se puede argumentar, porque es una definición explícita reciente, es que hay un PRI de Peña Nieto y otro PRI en el que se encuentran priistas del anterior siglo. El PRI de Peña Nieto es excluyente y vertical. Él es su única cabeza y no comparte el poder. La decisión sobre su sucesor va a ser suya, sin airear el proceso ni generar una discusión interna de donde surja el mejor de los aspirantes. El único juez es Peña Nieto, y los legisladores servirán como público en un teatro donde ven y sienten, pero no tienen influencia sobre el libreto.

En esta pasarela presidencial, la dupla Narro y Nuño podría ser comparada con los dos que abren la plenaria de legisladores. Osorio Chong y Meade son primero porque ¿son los punteros? Se podría entender del secretario de Gobernación, que por decreto es jefe del gabinete, pero por lo que ha dejado trascender Osorio Chong, en estos momentos está fuera de la pelea por la candidatura, aunque no ha claudicado. Pertenece al PRI del presidente, pero también tiene asideras en el otro PRI que no es peñista de corazón, el de las bases, donde la militancia se inclina por el secretario de Gobernación antes que por cualquier otro. Menos, por supuesto, de Meade, exógeno por definición, aunque los priistas del montón le están haciendo caravanas prolongadas. Meade no es priista, aunque el presidente Peña Nieto lo presentó formalmente en la sociedad tricolor en la clausura de la 22 Asamblea Nacional del PRI, que quitó los candados que le impedían ser candidato.

Meade pertenece al grupo de aspirantes a cuya carrera hacia la unción priista, como describió Pablo Hiriart este martes en la páginas de El Financiero, le puso un dique el ex presidente del partido, Manlio Fabio Beltrones, en una entrevista con El País de Madrid. Beltrones pertenece a un PRI que no es el de Peña Nieto, y en las semanas recientes ha expresado su oposición no sólo a la candidatura de Meade, sino a la de Nuño y, de cambiar de opinión, a la del secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, con quien tiene una creciente enemistad. Beltrones está más cerca de Osorio Chong, pero no apuesta por él.

El ex líder del PRI, como una parte importante de quienes estarán en la plenaria, se sienten más identificados con Narro, y desconfían de los técnicos que han copado a Peña Nieto durante casi cinco años de gobierno. En el sándwich de la pasarela están Calzada y De la Madrid, que son gozne entre los dos PRIs. El primero es casi un actor de reparto y prácticamente es inservible hasta como distractor. El segundo es una figura que algunos perciben como el caballo negro en la sucesión, aunque también podría ser un candidato de sacrificio en la lucha por la jefatura de gobierno del Distrito Federal, dentro de una alianza macro del PRI con toda la oposición para contener a Morena.

Todas estas consideraciones pueden acertar en el diagnóstico o errar completamente. Se hacen a partir del peso de cada uno de ellos en la prensa y la sociedad política. Peña Nieto no se rige por esos parámetros sino por su instinto. La pasarela, en todo caso, le ayudará para seguir afinando la decisión más importante de su vida que vendrá, se cree, a finales de noviembre.

 

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