Segunda vuelta ni al vapor ni a la medida

La primera vuelta se vota con el corazón, la segunda, con la razón.

Florestán.

En los tiempos recientes he escuchado muchas voces que exigen la segunda vuelta electoral, ¡ya!, para legitimar al próximo Presidente de México.

Y yo estoy de acuerdo con la segunda vuelta, pero no limitada al tema de legitimar, sino al de gobernabilidad, para lo que es indispensable el balotaje para el Congreso.

En lo que toca a la legitimidad que, sostienen, sólo da esa segunda vuelta, tengo mis reservas, y en esto separo ese argumento cuando lo sostiene un político.

Ricardo Anaya dice que la quiere para las próximas elecciones, con el mismo tema de la legitimidad. Y sostiene, erróneamente, que desde 1994, todos los presidentes tienen un rechazo del setenta por ciento, cuando estamos hablando de 62 a 65%. Pero, concedida esa diferencia, ¿Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto carecieron de legitimidad que, le recuerdo, solo reivindicó Andrés Manuel López Obrador en 2006 cuando se ungió como presidente legítimo de México?

Yo no veo en el porcentaje de votos, en un sistema que no es bipartidista como el nuestro, la razón de ser de la legitimación.

Pero el mismo Anaya urge a aprobarla para las presidenciales de julio, cuando hemos visto los daños que han producido a la democracia las reformas electorales al vapor y desde el rencor, fallos que él mismo reconoce, como en el tema de los debates, pero que también aprovecha, como en el caso de los spots. Y afirma que la segunda vuelta daría credibilidad a los ganadores cuando lo que hay que buscar es la gobernabilidad.

Pero, insisto, estando de acuerdo con la segunda vuelta, me apoyo más en el tema de la gobernabilidad que en ese de la presunta legitimidad, y una segunda vuelta que no incluya al Congreso, nada aportará a esa gobernabilidad.

En estas condiciones, me inclino por el sistema francés que tiene segunda vuelta presidencial, y resuelta ésta, una segunda legislativa, para construir mayoría si el nuevo gobierno no la alcanza en la primera.

Y luego, aquí, modificar la ley electoral para abrir los candados a debates y medios, reducir el número de legisladores, el costo de las elecciones y facilitar el acceso a los candidatos independientes, hoy prácticamente cerrado por aquella misma reforma electoral.

Si lo van a hacer, háganlo bien en tiempo y forma, no como siempre, al vapor y desde el rencor, y que sea para el bien de todos, no de sus intereses y de sus partidos.

RETALES
1, REGRESO.- Tras una breve licencia de un año para ser secretaria de Educación del Estado de México, desde donde buscó la candidatura del PRI, Ana Lilia Herrera regresó a su curul en el Senado:

2. PUESTO.- Una nota de Puebla dice: Lozano se anota a la gubernatura. ¿Se anota? Está más apuntado que nunca y desde hace tiempo, y sería el candidato a vencer; y

3. CANDADO.- Cuando hablan de coaliciones electorales, pocos saben que los estatutos del PRD prohíben expresamente cualquier tipo de alianza con el PRI.
Nos vemos mañana, pero en privado.

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