Igualdad de género

Dice el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, que “el desarrollo de las capacidades de las mujeres no sólo aumenta la libertad y el bienestar de éstas; tiene también impactos sobre la vida de todos. El empoderamiento de la mujer aumenta el rango y efectividad del debate público e influye en el crecimiento económico”.

El Foro Económico Mundial señala que el talento es uno de los factores más importantes para el crecimiento y la competitividad. “De ahí la necesidad de construir economías que sean dinámicas e inclusivas, donde todos tengan las mismas oportunidades, porque cuando las mujeres y las niñas no están integradas, la comunidad pierde habilidades, ideas y perspectivas que son fundamentales para enfrentar los desafíos globales y aprovechar nuevas oportunidades”.

En pocas palabras, hacer efectivos los derechos de las mujeres y abrirles espacios en todos los ámbitos del quehacer de nuestras sociedades, en la actividad económica y productiva, en el progreso científico y tecnológico, en la política, la educación, el arte, la salud y la cultura, se constituye en factor de prosperidad y fortalece la democracia. Por el contrario, cuando la brecha de género se amplía, cuando se discrimina y se excluye a las mujeres y se tolera el maltrato y la violencia contra ellas, las sociedades pagan una factura muy alta, consistente en más pobreza, inequidad y vulnerabilidad social y en un deterioro sensible de las bases de su crecimiento económico.

En México, la equidad de género está consagrada en el artículo 4º constitucional y si bien hemos logrado algunos avances, lo cierto es que estamos todavía muy lejos de alcanzar la igualdad plena y efectiva entre hombres y mujeres.

El Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial, un estudio que abarca 144 países en su edición 2017, y que analiza cuatro dimensiones: participación y acceso a las oportunidades económicas, logro educativo, salud y supervivencia y empoderamiento político, reporta que México retrocedió 15 lugares con respecto al año anterior. Ocupamos el lugar 81, estamos peor que países como Honduras o El Salvador, como Ruanda y Bangladesh. Todos ellos muy distantes del potencial económico, desarrollo democrático, instituciones políticas y andamiajes institucionales que tiene México.

De acuerdo con el Índice de Desarrollo de Género que elabora el PNUD, la mortalidad materna en México es ocho veces más alta que en Noruega, que es el líder mundial en desarrollo humano. En este país escandinavo, sólo se registran seis nacimientos por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años, en México 63, lo que ilustra el crecimiento de los embarazos adolescentes, producto, además de la desinformación, del acendrado machismo. La tasa de participación laboral de las mujeres en Noruega es de 61%, en México 45%.

Un estudio realizado por el Observatorio de Género y Pobreza reveló niveles humillantes de sometimiento de las mujeres al poder y las decisiones de los hombres: seis de cada 10 pide permiso para trabajar; la mitad tiene que pedir autorización para ahorrar o abrir una cuenta de banco; 44% pide permiso para usar anticonceptivos; 50% solicita aprobación de su pareja para participar en alguna organización y, lo peor, casi 20% pide permiso para votar por un partido.

Hemos logrado progresos en lo que respecta a la representación de las mujeres en los poderes públicos: en 1994 apenas el 13% de las diputaciones eran ocupadas por mujeres; en 2016 la cifra pasó a 36%. En el Senado, pasamos, en el mismo periodo, de 14.2% a 42%. Sin embargo, las presidencias de las comisiones legislativas, que es donde se realiza el verdadero trabajo congresional, están dominadas abrumadoramente -70%- por hombres.

En 2014 se reformó la ley electoral para obligar a los partidos a otorgar a las mujeres al menos 50% de sus candidaturas al Poder Legislativo. Luego salió a la luz la trampa de la partidocracia: postulan a mujeres en los distritos que ya saben que van a perder. El país sólo tiene una gobernadora, la nuestra, contra 31 gobernadores; sólo 9% de las dos mil 457 alcaldías del país tienen al frente a una mujer. Algo está fallando y de manera grave.

El tema de la igualdad de género abandonó hace buen rato el ámbito exclusivo de la agenda de las feministas, es un asunto de prioridad nacional que no admite más simulaciones. 66% de las mujeres han sido víctimas de violencia, crecen los feminicidios, 44% de las mujeres mexicanas están en condición de pobreza, persiste la discriminación laboral y la marginación de las mujeres de las decisiones públicas. Se acabó el tiempo. Hacen falta acciones efectivas.
¿Qué esperan las distintas fuerzas políticas para incluir este asunto en el debate público y en la oferta de las campañas hacia el 2018? Estaremos pendientes.

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