Para el almanaque del delirio
Ufano, Jorge Gual, coordinador del Congreso Nacional Ciudadano, dio ayer su receta de cómo dispararse en el pie y perjudicar a un tumulto de víctimas colaterales:
"Es un boicot a Pemex, un boicot al reparto de las gasolinas, por cuya venta cada día perciben mil 500 millones de pesos; si ellos nos pegan donde nos duele, también nosotros…”, declaró.
Lo hizo afuera de la Terminal de Almacenamiento y Despacho de Petróleos Mexicanos, surtidora de combustible en el noreste mexicano, bloqueada 24 horas por gente que exige gasolinas y diesel a precios subsidiados.
Algo semejante intentó medio centenar de mexiquenses en el Centro de Distribución de Pemex en su entidad.
Sorprende tanto aferramiento a vivir financiados por el erario.
¿Ignoran esos protestantes que al sabotear la distribución de combustibles y minar la traqueteada economía de Pemex el único resultado será la continuación de los gasolinazos?
Debieran aprovechar la trumpeada mundial y los ajustes al precio de las gasolinas para preguntarse si vale la pena seguir con la mano estirada para ver qué les cae del cielo.
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Carlos Marín