De huevos y decálogos

En las adversas circunstancias globales y ante el arranque del trumpiato, los lineamentos presidenciales reafirman la validez de la sabia conseja popular: no se ponen todos los huevos en una canasta.

Diversificar vínculos con el mundo no es nuevo, pero hay que intensificarlos más.

Y la belicosa nomenklatura gringa obliga a dialogar, desde luego, y a renegociar la relación bilateral toda.

Peña, dado también a decalogar (ayer le apliqué lo cristiano al de AMLO pero ambos pudieran también inspirarse en el sistema métrico decimal), confía sobre todo en: que se dé trato humano y se respeten los derechos de los migrantes mexicanos; asegurar el libre flujo de remesas; que se frene el ingreso ilegal de armas y dinero sucio; preservar el libre comercio, modernizar el marco comercial y proteger el flujo de inversiones hacia México.

Viajan a Washington mañana el jefe de la Oficina de la Presidencia y los secretarios de Hacienda y Economía para preparar el terreno y Peña volverá a toparse allá con Trump a finales de mes.

Frente al complejo y descomunal desafío, por lo pronto, a cruzar los dedos.

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