‘¡Al ladrón, al ladrón…!’

La chamaqueada que le dieron a la diputada local Eva Cadena con los fajos de billetes que aceptó, sin el menor escrúpulo, motivó que de inmediato su partido la expulsara y promoviera su desafuero. 

Lógica, intachable, sensata pues, la reacción institucional de Morena.

Insensato, ilógico y reprochable, en cambio, que la nomenklatura del partido haga tanta alharaca con el gimoteo de que fue una trampa de Miguel Ángel Yúnes, Miguel Ángel Osorio y Enrique Peña Nieto, en vez de centrarse en el problema que tienen al seleccionar por dedazo (y sorteos) a sus candidatos, en este caso a una presidencia municipal.

Andrés Manuel López Obrador ha sido enfático en apuntar a los presuntos artífices del chamaqueo.

¿Ignorará lo saludable que resulta en otros países el armado de engaños para detectar y capturar a ladrones de coches o a narcotraficantes?

Por elemental pudor, debieran dejar de señalar a los supuestos maquinadores de la trampa jarocha (tampoco es para que les den las gracias) y dejar de gritar "¡Al ladrón, al ladrón!", porque el bochorno de algo sirve para desratizar la casa.

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