Terco Trump en construir el muro

En su primer mensaje sobre el Estado de la Unión -equivalente al informe presidencial mexicano- Donald Trump no dejó sentido a nadie.

Arremetió contra los inmigrantes, desafió a China y a Rusia, puso como palo de gallina a los demócratas, pulverizó el programa Obamacare y anunció el fin de los “malos acuerdos comerciales”.

Eso sí habló del “extraordinario éxito” de la economía estadounidense -cuyo mercado bursátil creció más del 25 por ciento en el 2017-, elogió vehementemente su reforma fiscal aprobada a finales del año pasado y presumió la creación de 2.4 millones de empleos.

A diferencia del año pasado cuando estuvo negativo y crítico, en esta ocasión Trump mostró una exagerado optimismo y una actitud victoriosa ante los avances en materia económica.

Pudo haber logrado una faena triunfante en el seno del Capitolio, sin embargo los demócratas mostraron con su silencio y la ausencia de aplausos, el repudio que guardan en contra del primer mandatario ante tantos agravios recibidos a lo largo de estos doce meses.

Hay que reconocer al inquilino de la Casa Blanca su transparencia a la hora de lanzar sus ataques y ofensas en contra de sus enemigos. Una vez más quedó claro su furor antiinmigrante y su aversión a todo lo que huela al partido demócrata. Cuando menos ya sabemos a qué atenernos.

En medio de repetidas descalificaciones, Trump lanzó un llamado de unidad a los republicanos y demócratas ante la necesidad de resolver el problema migratorio luego de treinta años de discusiones y desencuentros.

Pero la propuesta no varió un ápice, por el contrario, ratificó su plan basado en cuatro puntos centrales.

Antes de mencionar su plan, Trump señaló que por las fronteras abiertas se permitió la llegada de drogas y pandillas a Estados Unidos al tiempo que inmigrantes han causado la pérdida de muchas vidas inocentes.

Y para rematar el punto, el mandatario invitó a la madre de una joven de 16 años asesinada en Long Island por miembros de la Mara Salvatrucha. Lástima que México no envió a familiares de los miles de víctimas de la guerra contra el narcotráfico, en donde Estados Unidos ha jugado un papel preponderante como gran consumidor de drogas y como exportador de armas.

El primer punto del plan Trump contempla regularizar a 1.8 millones de “dreamers”, es decir a jóvenes que fueron traídos de niños a Norteamérica sin documentos con posibilidad de acceder a la ciudadanía doce años después.

Lo anterior sería aprobado por Trump siempre y cuando el Congreso le autorice fondos suficientes para construir su añorado muro en la frontera con México. Por suerte ya no se habló de que los mexicanos pagarán su construcción. Eso si está por verse si los demócratas aceptan esta negociación o mejor dicho esta coacción por parte del presidente estadounidense.

El tercer punto plantea establecer un sistema de migración basado en méritos y no en loterías de visas o similares. Esta modalidad abriría el camino para estudiantes y profesionistas exitosos que desean emigrar a Norteamérica.

Finalmente, el plan Trump propone terminar con la migración en cadena, esto es que un extranjero que logra emigrarse puede traer a parientes de varios grados. La intención es limitarla a la familia inmediata.

En las próximas semanas seguramente veremos intensas negociaciones para intentar aterrizar la reforma migratoria que quedó en el aire desde tiempos del presidente George W. Bush. Recordará usted que la iniciativa de una reforma digna, humana y comprensiva estuvo a punto de aprobarse en el Congreso, pero los atentados del 11 de septiembre del 2011 complicaron todo.

Lamentablemente la propuesta de Trump no puede ser calificada de humana y menos de digna con su muro divisorio y sus restricciones para los familiares de inmigrantes legales.

A estas alturas quizás sea mejor un mal arreglo que un buen pleito y aceptar el plan Trump con tal de poner fin a la angustiosa situación que viven cerca de dos millones de “dreamers”. Al fin y al cabo, será muy difícil construir el muro fronterizo por lo costoso y complicado.

Apunte final
Lo dijimos aquí días atrás y lo comentó esta semana el colega Raymundo Riva Palacio: el presidente Enrique Peña Nieto no ha soltado el control de la campaña presidencial al precandidato José Antonio Meade y de ahí que no levanta vuelo de acuerdo a las últimas encuestas. Es imposible avanzar cuando se tienen tantas amarras, léase dirigente del PRI, coordinadores de campaña, gobernadores y voceros, y cuando las decisiones claves se toman desde Los Pinos.

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