Oxígeno para el PRI

No es poca cosa el acuerdo en la mesa de Estatutos del PRI para eliminar candados y permitir a ciudadanos, sin militancia ni cargos previos, ser candidatos a la Presidencia de la República y a otros puestos de elección popular.

La decisión tomada en la reunión de priistas en Campeche tendrá que ser ratificada por la asamblea este sábado para dejar sin efecto el artículo 166 que exige diez años de militancia y un puesto de elección anterior para los candidatos del PRI a Presidente, a Gobernador y a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Para candidaturas de índole local y federal como alcaldes y legisladores, la condición del PRI es contar con una militancia que va de los 3 a los 5 años y en algunos casos se exige además haber sido dirigente dentro del partido.

Estos candados que fueron impuestos en la asamblea de 1996 para impedir que el ala tecnócrata priista mantuviera el control en tiempos de Ernesto Zedillo, son sin duda una de las principales razones de la debacle que sufrió el tricolor en el 2000 y luego en el 2006.

A ello hay que agregar las prácticas eternas de corrupción y antidemocracia practicadas por los priistas a lo largo de su historia para entender mejor la pérdida de su hegemonía.

Es cierto, el PRI recuperó el poder en el 2012, pero fue gracias a los errores del PAN y a la pobre oferta de los candidatos opositores.

Ayudó desde luego la campaña mediática de varios años realizada a favor de Enrique Peña Nieto y también la unidad que mantuvieron los priistas a la hora de elegir a su candidato presidencial.

Ahora, con miras al 2018, los del tricolor están sumamente preocupados porque las encuestas muestran un enorme desgaste de las siglas del PRI al tiempo que crece la presencia de los aspirantes presidenciales de Morena y el PAN.

El otrora invencible ocupa hoy el tercer lugar de preferencias en buena parte de las encuestas pese a que todavía mantiene superioridad en el poder legislativo y en las gubernaturas del país.

Para colmo los constantes escándalos de corrupción, tanto de ex gobernadores priistas como de funcionarios federales, han desprestigiado todavía más al Partido Revolucionario Institucional.

Sin embargo y con todo y las diatribas de los opositores, el tricolor no está muerto y puede resurgir si la juega con astucia e inteligencia. No olvidemos que maneja el gobierno federal con todo y su caudal de recursos económicos y humanos.

La eliminación de los candados será un paso importante para refrescar las filas del PRI, controladas en años recientes por una casta de dinosaurios que impedía el avance y progreso de los jóvenes militantes y de los simpatizantes externos.

A pesar de su autoritarismo y cerrazón democrática, el PRI de antaño no era excluyente, se abría a las candidaturas ciudadanas y a la militancia de ciudadanos de todas los estratos y corrientes.

Parecía paradójico pero en el PRI convivían los líderes sindicales con maestros, campesinos, comerciantes, obreros e incluso banqueros y empresarios acaudalados.

Al mismo tiempo se escogía a ciudadanos de prestigio para candidatos a alcaldes y gobernadores sin importar su militancia ni su pasado priista. Incluso varios presidentes de la República llegaron al poder sin haber ocupado un puesto de elección previo ni tampoco haber sido dirigentes de su partido.

Obviamente a los priistas que controlan el partido desde años atrás no les agrada la eliminación de los candados, pero tendrán que entender que su tiempo ya pasó y que toca ahora a nuevas caras y generaciones darle oxígeno al PRI para intentar rescatarlo de su derrumbe.

Desde luego si todavía hay tiempo y ánimo para conseguirlo.

Noticias, noticias…
Un golpe durísimo para la afición de México fue conocer la presunta relación del destacado futbolista Rafael Márquez con una organización delictiva dedicada al narcotráfico y al lavado de dinero. Esperemos que el popular Rafa logre salir airoso de los cargos el Departamento de Tesoro norteamericano le imputa a él y a sus empresas… La liberación de Guillermo Padrés, hijo del ex gobernador de Sonora, por el desistimiento de cargos no queda del todo clara, ¿fue un acto de clemencia de la justicia mexicana o de negociación política en los altos niveles?

José Santiago Healy
jhealy1957@gmail.com

TAGS: