#RelatosDeLaFrontera | Endeudados, pero con lujos

guaymasdosexpresocultura02062018wwwPor Ismael Valencia Ortega*

Uno de los preceptos con que se identifican la conducta empresarial es reducir los costos al mínimo en la administración de sus negocios, y obtener las mejores ganancias por todos los medios. Sin embargo, estas premisas son llevadas al interior mismo de las familias educando a sus miembros en la austeridad, evitando el dispendio.

Por igual, hombres y mujeres, tendrán como referente los paradigmas de un modelo de cultura empresarial que se fue construyendo con las tradiciones de origen colonial y, las experiencias tomadas o aprendidas de la experiencia del desarrollo de la sociedad estadounidense.

La variante era que mientras los hijos varones eran preparados para insertarse en los negocios de la familia, las mujeres en el control de la administración del hogar, propio como futuro. Es decir, era un estilo de vida que no veía separado las responsabilidades de la empresa y familia, y más bien, la última replicaba el objetivo formativo.

Establecer el estereotipo no fue fácil, porque al interior de las familias de la elite parecían rechazarlo generando conflictos internos. Fernando Montijo, un comerciante del puerto de Guaymas , inicio el 22 de junio de 1890, un intercambio de correspondencia con su cuñado Rafael Serrano, quien se encontraba en Kansas , haciéndole un llamado a corregir los excesivos gastos y responsabilizándolo de educar a su esposa:

Enseña a tu mujer a ser económica, enseñanza que mucho necesita y no me importa que ella vea esta y aunque se enoje!! No comprende el verdadero valor del dinero, no los afanes que cuesta el buscarlo.

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Tal parece que tanto su cuñado, como su hermana Rosaura Montijo, no escucharon el llamado, porque cinco años después, el 22 de marzo de 1895, seguían con un estilo de vida que contrastaba entre una presuntuosa riqueza y la pobreza en los libros contables.

¿Cuándo tendrás tú y tu mujer la suficiente entereza para hacer conocer la pobreza en que se encuentran? Jamás he podido yo comprender delicadeza que no sea en primer lugar la de no deber un centavo a alma viviente y con lo poco que se tiene vivir libre de deudas y favores.

Siempre he reconocido en usted este capital defecto que están siempre dispuestos a mostrarse grandes cuando ni para hacer la propia vida, ni con mucho le alcanza bienes.

Para Fernando Montijo, educado en Estados Unidos, dejaba entrever que eran los bienes y el capital lo que marcaban la diferencia en la calidad social, no las apariencias del lujo y la elegancia aristocrática. Pero Rosaura parecía obstinada en sus gastos personales, recurriendo a estrategias incomodas para su hermano y que le valieron un nuevo regaño el 12 de febrero de 1896:

Por favor, no le vuelvas a pedir prestado a los tíos Bustamante eso sería feo.

Ismael Valencia Ortega* Doctor en Historia por la Universidad de Sonora

 

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