#RelatosDeLaFrontera | Persecución en el desierto: Los asaltos a Wells Fargo

caborcaexpreso03112017wPor Ismael Valencia Ortega*

Durante los meses de agosto y septiembre de 1878, la diligencia de la empresa Wells Fargo, que transportaba valores entre Tucson y el fuerte Yuma fue asaltada tres veces, perdiendo alrededor de 16 mil dólares en oro. Los asaltantes eran mexicanos que hacían sus ataques en el recorrido para luego pasar a territorio mexicano, aprovechando la cercanía de la línea fronteriza.

La compañía lanzó tras los asaltantes a un rastreador indio, y los agentes, R. A. Paul y J.W. Evans, los que realizaron una persecución por el desierto sin poder evitar que cruzaran la línea y se refugiaran en los poblados. Sin detenerse pese a los límites jurisdiccionales, los agentes llegan hasta Altar donde detienen a uno de los asaltantes y reclamando la entrega de los otros.

El incidente exhibió varios aspectos, como lo porosa y difícil que era vigilar la frontera en su extensión; y que seguía siendo motivo de conflictos diplomáticos en la relación entre México y Estados Unidos. Pero un aspecto que llamó la atención era que las comunidades parecían abrigar a los ladrones, lo que se conjuntaba con el apego a las normas de extradición por parte de las autoridades mexicanas.

El caso trascendió el ámbito local cuando la empresa comunica al Cónsul estadounidense asentado en Guaymas, Alexandre Willard, el episodio y de la urgente necesidad de que, ya fuera el gobierno de Sonora o el federal extendiera órdenes para detener a los asaltantes y enjuiciarlo en Arizona. El problema era que en todos los casos había una razón que impedía salvar las formas sin el obligado protocolo diplomático.

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El representante plenipotenciario en México, John W. Foster, respaldó la postura del cónsul, haciendo un llamado a tomar medidas extremas para asegurar la frontera y controlar los hechos criminales a los intereses estadounidenses. Lo cierto era que ciudadanos de aquel país hacían lo mismo, robaban ganado y asaltaban caravanas de comerciantes mexicanos y huían hacia el territorio vecino de Arizona, con las mismas dificultades para detenerlos y procesarlos.

En ese mismo sentido, el gobierno mexicano dio una fina respuesta: “Respecto a la extradición de mexicanos que siendo autores de delitos cometidos en Arizona, de mexicanos que siendo autores de delitos cometidos en Arizona se refugian en el Estado de Sonora, el Gobierno federal está dispuesto a acordarla tan luego como obtenga una promesa formal de reciprocidad por parte de los E.U.”

La empresa intentó presionar a las autoridades mexicanas, amenazando con cerrar las rutas de transporte de valores en ese espacio, consciente de que era la única opción para cumplir con los pagos de compromisos internacionales por parte de los empresarios sonorenses, ante la falta de instituciones bancarias propias, amenaza que Wells Fargo no cumplió y siguió operando en el siglo veinte.

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Aunque el episodio se resolviera finalmente, años después los asaltos a la institución persistían, incluso ya no solo a las románticas diligencias, sino al ferrocarril. Tampoco se acabaron los protagonistas de la violencia fronteriza, cada ciclo social desarrolló los propios, como abigeos, tránsito de sustancias prohibidas como alcohol, enervantes o contrabando de armas.

Ismael Valencia Ortega*, doctor en Historia por la Universidad de Sonora
ivalencia@sociales.uson.mx

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