#RelatosDeLaFrontera | Los entretenimientos de la élite hermosillense

colegiosonora expreso07182017wwPor Ismael Valencia Ortega*
Alejada de las grandes ciudades, de los círculos culturales e intelectuales, la sociedad sonorense buscaba de alguna forma llevar a cabo actividades que reflejaran estar al tanto de las modas de la belle époque francesa y la High life anglosajona de fines de principios del siglo veinte.


De tarde en tarde, la sociedad sonorense se entretenía consumiendo en las cantinas apropiadas a la calidad social o en las pocas iglesias, tan escasas como las bibliotecas. El teatro y el cine habían logrado captar la atención. Deportes como el beisbol encontraron entre la juventud una manera de derrochar energías físicas.

Hasta en los deportes había necesidad de establecer distinción social. Así, para diciembre de 1907, un grupo de comerciantes y políticos de la localidad se planteó la posibilidad de formar un club donde se practicara el elegante y aristocrático deporte de la esgrima, tan de moda entre los nobles europeos con tradición militar.

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Con ese fin ubicaron a un practicante de ese deporte, Tomás López Linares, residente en Cananea. Informando de la idea al gobernador del Estado, Luis E. Torres, quien manifestó su beneplácito, ofreciendo una partida de 100 pesos mensuales para su contratación y un juego de floretes para que impartiera la clase en el Colegio de Sonora.

Por aparte había un listado de interesados dispuestos a pagar 10 pesos mensuales por tres clases a la semana. El listado era tan extenso, que seguramente la suma de ingresos que representaban le abrió los ojos hasta ver un futuro halagador, a la vez que relacionarse con empresarios y la clase política local.

Sin embargo, la efusividad muy pronto se esfumaría en el primer intento. José Camou, el intermediario entre los interesados, el profesor y el General Torres informaba para el mes de enero de 1908 que “gran parte de las personas que componían la lista de alumnos, para que se comprometiesen á tomar clase con Ud. por lo menos durante 6 meses, pero aunque algunos estuvieron de acuerdo; la mayor parte no convino en ello, pretextando algunos que tenían que salir fuera de la población, otros el calor excesivo del Verano, etc. etc.- Así pues, no habiendo podido arreglarse esto satisfactoriamente, no volví á hablar sobre el particular con el Sr. Gral. Torres, pues estoy seguro que no le convendría á Ud. tomar la clase del Colegio, sin contar con un número seguro de alumnos fuera de dicha clase". Al profesor sin duda se le vaciaron las bolsas con las monedas que aún no tenía.

El fallido primer intento parece recobrar interés para julio de 1908, bajo la insistencia del comerciante León Horvilleur. José, precavido ante el fracaso de su primer intento le recomienda a Horvilleur que él mismo le hiciera la propuesta al General Torres. “Me informan que Don Luis Torres llegará á esa próximamente y creo sería muy conveniente que le hablase Ud. sobre el profesor de esgrima á que se refiere, pues el Sr. General es muy afecto á esa clase de Sports y estoy seguro que le agradaría que viniese á ésta un buen profesor.”

Ahora tomaría la forma de un club atlético, donde el espectro de actividades era más amplio: se impartirían aparte de la esgrima, gimnasia y box, sólo que el instructor ahora sería Ladriere, un exoficial del ejército francés y egresado de la politécnica de París, residente en el puerto de Guaymas.

El Club tendría socios propietarios y activos. Entre los socios activos de nuevo era extensa, pero de nuevo su duración fue breve. Rafael Izabal, nada supo del proyecto al morir en altamar en su viaje a Europa ese mismo año, mientras el General Torres, en armas permanentes contra la comunidad yaqui, poco pudo hacer por darle seguimiento. Como es de suponerse, la práctica deportiva y la educación física sólo quedaron para la foto de un grupo de niños en el Colegio de Sonora.

Por Ismael Valencia Ortega*Doctor en Historia por la Universidad de Sonora

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