Sergio Vargas pasa sus días entre notas musicales

pianista 25032017ej 11CIUDAD DE MÉXICO.- El pianista Sergio Vargas Escoruela, de 11 años, dice que la música es una burbuja imaginaria que lo envuelve y lo demostró anoche durante su actuación en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, cuando la salva de aplausos le produjo un leve respingo: el estruendo interrumpía el estado de ensoñación en que tocaba.

"Mi mundo imaginario es un mundo entre comillas, no veo árboles raros ni nada; me cierro adentro, en mi ser, y disfruto: toco y disfruto", dijo luego, al recordar el momento.

Vargas Escoruela, originario de Torreón, Coahuila, donde cursa quinto año de primaria, se presentó como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), dirigida por el huésped Pablo González. Interpretó el Concierto para piano núm. 8 en do mayor K26 246, Lützow, de Mozart y, tras el reclamo de las palmas, volvió para tocar la Fantasía Impromtu, de Chopin.

En su burbuja imaginaria el pianista toca sin partituras, pues memoriza las obras, como los trabalenguas que le divierte memorizar para después repetirlos, como el de los tres tristes tigres.

Sergio José Vargas, padre del pianista, aplaudía fervorosamente no solo la ejecución del hijo, sino la alegría que demostró al tocar.

"Ver la sonrisa de gozo es indescreptible. Lo más especial fue ver su cara, ver cómo disfrutó", comentó el ingeniero civil, quien lo mismo le festeja al niño sus ejecuciones de piano que sus hazañas culinarias, sobre todo la repostería:
"Es experto en repostería. Tienen que probar su pastel de zanahoria".

Sergio Vargas también disfruta lo salado, como las enchiladas verdes con frijoles que comió el sábado, antes del concierto con la OSN, que también incluyó la Sinfonía en re mayor, de Antonio Sarrier, y la Sinfonía núm.8 en sol mayor, Op. 88, de Antonio Dvorak.

Si algo procuran sus padres es que el pianista no deje de ser un niño que juega, acude al catecismo, se entretiene con las caricaturas, se reúne con compañeros de su edad, nada, estudia y recoger su ropa, aunque a veces haya que recordárselo.

"Procuramos que tenga una formación integral. Comparte conmigo la afición por la cocina, y nos gusta mucho bailar también. Cuando no estamos bailando estamos cocinando", relató María del Pilar Escoruela.

No lo presionan, aclara, para convertirlo en pianista.

"No presionamos porque, o se fractura la relación con nosotros, o puede aventar el piano. Es muy delicado. La pauta la marca él".

Entre el público estaban representantes del club fútbol Santos Laguna, jubilados y jóvenes profesionistas como Lorena Méndez, Andrés Becker y Luis Enrique, quienes señalaron la capacidad del pianista para transmitir el gozo por la música y su impecable ejecución.

"Creí que iba a tocar algo más sencillo y cuando lo vi tocar me impresionó su habilidad", opinó Lorena.
"Me sorprendió que fuera tan diestro. No encontré falla", coincidió Becker, mientras Luis Enrique destacó la brillante ejecución del encore de Chopin.
"Es un músico fuera de serie", consideró María del Carmen Rodríguez, trabajadora social jubilada del DIF, quien solo acudió al concierto para conocer al niño pianista.

Sergio Vargas recibió dos ramos de flores que luego, en el camerino, repartió entre su madre y su hermana mayor Pili, quien pedía a los reporteros que por favor no hicieran a su papá preguntas que lo hicieran llorar.

EXP/REF/EJ/MAR/2017