El shock del futuro

Manolo López. Director de Grössman Beyond Marketing. Consultor en Comunicación y Mercadotecnia. manolo@grossman.mx

Hace días una persona comentaba lo rápido que había pasado el año. En contraste con otras etapas de la vida donde Navidad parecía eterno, y el tiempo transcurría lento. Parece que estamos más apurados y el acelere se percibe más en estas épocas navideñas. Recordé un libro de la universidad titulado El Shock del Futuro, de Alvin Toffler.  Un libro que predice mucho de lo que hoy vivimos y el tiempo que pasa acelerado, según nuestra percepción de vida.

Hay que valorar su mérito, porque cuando formuló las ideas de futuro, el Apollo XI acababa de llegar a la Luna y sin embargo toda la capacidad de computación que tenía la NASA era muy inferior al más sencillo de nuestros smarthphones.

Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer –escribió–, sino quienes no puedan desaprender y volver a aprender”. Tal vez lo que ha dicho ahora el jefe de personal del gigante Google tiene que ver con aquella vieja idea: que un candidato a trabajar en Google haya estudiado o no una carrera, es un dato irrelevante para predecir su éxito. El libro hablaba de la transición que se iba a producir entonces de la Sociedad Industrial a la Postindustrial y que esta evolución agobiaba a muchos ciudadanos.

Toffler pensaba que el grado tan acelerado de cambios tecnológicos dejaba a muchas personas desconectadas, desorientadas y con un fuerte estrés. Entonces se comentaba sobre el proceso de transformación en las industrias y que los empleados se verían obligados a un aprendizaje permanente y a cambiar de localidad con frecuencia para encontrar trabajo, con lo que los trabajadores harían frecuentes cambios de empresas frente al sistema tradicional, por aquellos años, de trabajar siempre en la misma compañía.

Empezaba la producción en masa de productos, lo que los convertía en desechables, porque la reparación era más cara que el modelo nuevo. Las computadoras evolucionaban rápidamente de manera que teníamos una segunda generación antes de que se acabase la vida útil de la primera. Y muchas otras cosas más que ya se ven como muy antiguas, pero que dejaban en estado de shock en su momento. Sí, así como lo estamos viviendo hoy en día.

Vemos la tecnología como un enorme tren en vertiginoso movimiento; lo observamos desde el exterior, sintiéndonos incapaces de alcanzarlo a causa de su velocidad. Eso nos desorienta sin darnos cuenta de que, en realidad, vamos todos subidos en él. La tecnología no es la velocidad del cambio, es el mismo tren que trasporta nuestras vidas.

Se acaba el concepto de “propiedad”, que se cambia por el de “usar”. Pagaremos por utilizar y no por tener (no tendremos coche, usaremos coche).

Pero no todo es tan exagerado porque el “Factor Humano” no desaparecerá y permanecerá. Parece que triunfará en las personas la Creatividad y la Empatía, que es la capacidad de percibir, compartir y comprender lo que otro ser puede sentir.

Estamos acabando con las conversaciones entre amigos, pues cada vez utilizamos más el Whatsapp, y se convierte en un problema en las empresas o lo será en breve. Al abusar de esta aplicación de mensajería estamos dejando de hablar con los clientes y cuando tengamos que hacerlo quizás no sepamos articular bien el discurso.

Por eso es necesario y urgente, plantear un nuevo equilibrio entre ciencias y humanidades. La tecnología se vuelve exponencial porque se nutre de disciplinas científicas antes desconectadas –computación, robótica, nanotecnología, medicina, neurociencia, biotecnología, etcétera.

Pero ello no debería llevarnos a la idea de que otros conocimientos como las artes, la literatura, el diseño, la filosofía o la música, son menos necesarios. No deberíamos temer que nuestros hijos opten por ellas, tan esenciales como son para el desarrollo de las ideas en un mundo de hipertrofia tecnológica.

Algunos líderes que están trasformado el mundo desde los talleres de innovación –en Silicon Valley, Bangalore o Barcelona– nos recuerdan que los humanistas y artistas forman parte de sus equipos. Porque no hay nada mas útil que desarrollar el pensamiento creativo. Esa singularidad que nos permite ver el mundo desde diferentes perspectivas y perder el miedo a reinventarlo.

En mi opinión, lo verdaderamente importante no son los cambios que vienen, sino la velocidad con que vienen.

Estamos volviendo a lo que indicaba Toffler en su libro, ya que decía que estaremos en un mundo donde perdura la inseguridad, la angustia y el miedo.

Hoy, nuestros hijos, hasta que no entran en una edad en torno a los 35 años, tienen esas sensaciones. Esto les obliga a emprender su vida familiar tarde, que la tasa de nacimientos disminuya y se retrasen en el tiempo y, como consecuencia, que alguno de los que lean esta colaboración, no cobrarán pensión.

La terapia para todo lo anterior es ser flexibles y ver en los cambios una oportunidad. Así que, ánimo, y piensen que el futuro es fascinante y que mejoraremos en casi todo. Por todo lo anterior tienes una percepción más acelerada del tiempo.

Queridos lectores, les deseo lo mejor en estas fechas para ustedes y su familia. El pensamiento genera realidad. Trabajen en pensamientos positivos y de éxito. Visualicen un exitoso 2020. Felices fiestas para todos.

 

 

Manolo López. Director de Grössman Beyond Marketing. Consultor en Comunicación y Mercadotecnia. manolo@grossman.mx