Chinampinas con pólvora mojada

"Chinampinas con pólvora mojada", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón

Para su guerra de agresión contra la ministra Norma Lucía Piña Hernández, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea cuenta con un arsenal de… mentiras, interpretaciones y chismes:

La acusa de “intervención indebida en el proceso electoral”.

Tan preocupado por la democracia, no se atreve a denunciar por lo mismo al presidente López Obrador, que a diario se entromete.

Imputa “uso faccioso de la Corte y del Poder Judicial de la Federación”.

De eso precisamente se le acusa porque se prestó al uso de su toga para satisfacer las peticiones que AMLO le hacía “muy respetuosamente”.

Lo que le cuelga a Piña, arguyó, “nos obliga a presentar una denuncia de inicio de juicio político por actos que redundan en un ataque a las instituciones democráticas (…), así como por violaciones a derechos humanos e injerencia en los procesos electorales por la dolosa filtración del acto admisorio”.

Pausa.

La “dolosa filtración” de la denuncia en su contra lo agravia pero calló “como momia” cuando el gobierno al que sirve filtró las acusaciones patito de Emilio Lozoya contra una veintena de calderonistas, peñanietistas y la periodista Lourdes Mendoza.

Textual:

“La ministra Piña ha incurrido en responsabilidades que pudieran dar lugar a delitos en responsabilidades electorales, administrativas y políticas”.

Pudieran: mera posibilidad o deseo.

Es indigno, exclamó, "usar a la Corte para pretender obtener beneficios de una candidata de la derecha conservadora y tratar de detener la reforma judicial que estamos empujando”.

Se pasa de especulador: siguiendo su lógica, tal vez Piña “use a la Corte” para evitar pagar en su casa los servicios de Internet y agua o porque le encantan las compras en el Centro Histórico, y hasta cabe imaginarla masoquista que disfruta las mentadas de madre de las turbas de los camaradas cuatroteros de Zaldívar.

También interpreta que la señora quiere impedir la reforma judicial que está maquinando para Claudia Sheinbaum, con lo que exhibe su arrogante petulancia: se asume tan poderoso como para imponer lo que decidirán los diputados y senadores de la próxima legislatura, únicos con facultad constitucional de discutir, aprobar o desechar leyes.

Desbordado en sus capacidades deductivas, supone que Piña filtró la acusación a medios y redes “con el único propósito de dañar políticamente a mi persona y a nuestro movimiento”.

De ser ella la filtradora, ¿qué tal si lo hizo para desprestigiarlo sobre todo a él?

Ignora por lo visto que los motivos de la conducta son inescrutables y que la intencionalidad en la comisión de cualquier delito es de lo más difícil de probar en los tribunales.

Sospecha inclusive de reuniones privadas “según ha trascendido en la prensa”.

Juar juar juar.

Y repitió la tontería de que la acusación en su contra es anónima y “sin ninguna prueba”, siendo que fue él quien impulsó el criterio acordado en el Consejo de la Judicatura Federal de que bastara la queja o denuncia anónima para que proceda realizar una investigación…